La guerra cristera en Puerto Vallarta: Resistencia y fe

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El 11 de abril de 1927, un suceso histórico marcó el inicio del primer levantamiento cristero en Puerto Vallarta, un acontecimiento que tuvo un profundo impacto en la región y en la lucha por la libertad religiosa en México. Encabezado por Benigno Verduzco y el Padre Francisco Ayala, este movimiento armado se convirtió en una expresión de resistencia contra las leyes antirreligiosas impuestas por el gobierno mexicano de la época.

Para comprender el contexto en el que se desarrolló esta revolución, es necesario remontarnos a las reformas a la Constitución de 1917 en México. Si bien en un principio estas reformas no fueron aplicadas con rigurosidad, el presidente Venustiano Carranza intentó modificar los artículos 3 y 130 mediante dos proyectos de ley. Sin embargo, estos no fueron tomados en cuenta por el Congreso, lo que dejó abierta la puerta a futuros conflictos.

Fue con la llegada del general Plutarco Elías Calles a la presidencia de México el 1 de diciembre de 1924 cuando se intensificaron las acciones contra la Iglesia Católica. Calles buscó aplicar de manera estricta las leyes antirreligiosas, incluso dictando medidas de persecución. 

Ante esta situación, el clero, en sintonía con el creciente descontento de la población, ordenó la suspensión de los cultos en todo el país como señal de protesta. Además, los católicos se organizaron en la Liga Defensora de la Libertad Religiosa, sumándose a la Unión Popular de Jalisco y a Acción Católica de la Juventud Mexicana.

Ante la falta de una solución pacífica, se desató la revolución armada conocida como la Guerra de los Cristeros. La rebelión se propagó rápidamente por Jalisco y los estados vecinos, bajo la dirección de destacados líderes como Anacleto González Flores, Jesús Degollado y Enrique Goroztieta, quien fue nombrado primer jefe del Ejército Libertador. En medio de este conflicto, Puerto Vallarta encontró en el padre Francisco Ayala, un ferviente defensor de la causa cristera.

El conflicto crece: La resistencia se organiza en Puerto Vallarta

Al estallar el conflicto, el párroco Ayala sintió renacer en él su espíritu de lucha por una causa justa. Esta afirmación nos muestra la valentía y determinación de aquellos que se levantaron en armas para defender sus creencias y derechos religiosos. En el caso de Puerto Vallarta, el padre Ayala se convirtió en el abanderado de la rebelión cristera en la región. En todo este  1927 hubo tres presidentes municipales: José Guadalupe Novoa, Sebastián Arreola y Vicente Palacios.

En diciembre de ese año la plaza fue resguardada por las fuerzas federales al mando del teniente Marín, el cabecilla Caro la tomó por sorpresa. La gavilla que se hacían llamar Cristeros se apostó en el cerro de Las Campanas o de la Cruz. Los militares en el centro del pueblo, en la esquina de Iturbide y Juárez, las balas silbaban, el tiroteo siguió todo el día, la gente permaneció agazapada y de bruces, resguardandose. 

Al otro día siguió el tiroteo, las fuerzas federales tocaron la retirada y abandonaron el fortín. Según dijeron, el teniente Marían antes había estado con el alcalde Palacios, tomó la playa tratando de reunirse con los soldados, pero cerca de la boca del río lo alcanzó una bala, lo hirió en el fémur, se desangró y quedó muerto allí.

Los cristeros quedaron dueños de la situación, prendieron fuego a la casa de la familia Ruelas, quedaron de pie tan solo las paredes. Por el mes de enero de 1928, la casa del curato, que había sido expropiada por el gobierno a causa de la rebelión, fue ocupada por la gente de Caro, acuartelándose en ella.

El 2 de agosto llegaron las fuerzas federales al mando del mayor Angel Ocampo, volviendo la tranquilidad a la población. 

 En medio de este escenario convulso, el templo de Nuestra Señora de Guadalupe adquirió un significado aún más profundo. Se convirtió en el mayor ícono religioso de Puerto Vallarta y en un símbolo de la resistencia cristera en la zona. El templo, con su imponente arquitectura y su devoción a la Virgen de Guadalupe, se convirtió en un lugar de encuentro y esperanza para aquellos que buscaban proteger su fe y luchar por la libertad religiosa.

A través de los años, el templo ha sido testigo de la historia y ha desempeñado un papel fundamental en la vida religiosa y cultural de Puerto Vallarta. Su presencia imponente y su devoción continúan inspirando a las generaciones actuales, recordándoles la importancia de defender los derechos y creencias.

La Guerra de los Cristeros en Puerto Vallarta y en todo México dejó un legado significativo. A pesar de las dificultades y el derramamiento de sangre, los cristeros lucharon valientemente por sus convicciones. Si bien el conflicto terminó oficialmente en 1929, el espíritu de resistencia y defensa de la libertad religiosa prevalece hasta el día de hoy.

Es importante recordar estos eventos históricos para comprender el contexto en el que se desarrolló el primer levantamiento cristero en Puerto Vallarta. La lucha por la libertad religiosa y el legado dejado por aquellos que se alzaron en armas no deben ser olvidados. El templo de Nuestra Señora de Guadalupe seguirá siendo un recordatorio tangible de esa lucha y un símbolo de fe y resistencia en Puerto Vallarta.

*Información por Juan Manuel Gómez Encarnación y Catalina Montes de Oca de Contreras

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