Odisea alimentaria y la ENIP, la Escuela Nacional de Ingeniería Pesquera

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México R. Cervantes

Allá, en el histórico puerto de San Blas, que ya es tiempo de quitarle la denominación clerical de “san”, nace una muy imprescindible escuela que conlleva ahora, la mención de nacional, la Escuela Nacional de Ingeniería Pesquera.

Si Odisea, nos remite al relato de una trayectoria plena de retos y sabotajes internos y externos; la ENIP, recorre con desafíos en cada tramo de su lucha por desarrollarse, en favor de la producción de los alimentos de origen marinos, que demanda crecientemente, nuestro querido México.

Tan acertada resultó su fundación, que surgieron similares escuelas, a lo largo de nuestros más de once mil kilómetros de costa, hasta una Universidad del Mar. La poca planeación originó una rebatinga de maestros, especialistas, y recursos económicos. Y, se debilitó el proyecto de desarrollo de la ENIP, a fin de llegar a ser la nueva Universidad de Pesca y Acuacultura, como una meta por lograr.

Más, el sabotaje más directo, es lo que hoy mismo, en forma repetida, el Presidente AMLO, reseña como la lucha de los especuladores de la educación, para privatizar los planteles públicos. Sin duda seguirán aplicando toda clase de trampas a los rectores y directivos, a fin de demeritar el crédito de la educación pública.

Y, si mencionamos, el sabotaje externo más evidente es de las empresas pesqueras del vecino voraz del norte y, tenemos toda una historia de bloqueos, destacando la guerra atunera contra la industria nacional principalísima.

El pretexto ridículo, del gobierno de droguilandia (EUA), ha sido la protección de los delfines. Ridículo: frente al genocidio continuo de gringos, que hasta el que fue presidente Obama, señalaba que en su nación, se asesinaba a tabacazos, a cerca de medio millón de educados en la adicción tabáquica. ¡Y la cifra sigue creciendo, año, tras año! Y, pobres delfines, que realmente no les importan, solo son referidos para la guerra de mercados.

Ahora, atendiendo el más reciente reporte de la ENIP, cuenta con el apoyo de 49 generaciones de ingenieros pesqueros y, siete, de ingenieros en acuacultura. Así, la lucha sigue, y la demanda de productos pequeros reclaman la máxima atención de las nuevas autoridades que están por nombrarse, tanto en el tema de la pesca, como de la educación.

NADA MÁS Y NADA MENOS, MIS VISIONARIOS LECTORES.

 

 

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