Es el sistema

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Calíope

En su columna de ayer en Tribuna de los Cabos, David Rojo hablaba del PRI que no se ha ido.

La acumulación de fortunas, de poder, la corrupción e impunidad características de décadas, y que fue un importante motor para que la sociedad se movilizara en las elecciones de 2018 para sacar a esa clase gobernante de las primeras posiciones del país, no se ha ido.

Podemos citar ejemplos por todos conocidos: Rosario Robles, los gobernadores Duarte, Elba Esther Gordillo, Raúl Salinas, ahora Lozoya; pero también los que se acumulen en este sexenio.

El caso de los diputados comprados por el PT para asumir la directiva de la Cámara de Diputados es un caso paradigmático, tanto como la compra de diputados para pasar las reformas estructurales.

Hace dos años el hartazgo de la sociedad provocó un cambio en la clase gobernante, sin embargo esto no ha sido suficiente para erradicar las prácticas, usos y costumbres de los actores políticos. Las causas de este comportamiento son de larga data y es preciso hacer una profunda genealogía para entender a cabalidad el tamaño del problema.

El cambio de régimen no canceló las causas fundamentales de la corrupción: la posesión de los puestos y del presupuesto es claramente la más importante, pero también está la falta de transparencia en el gasto y su uso discrecional, que tiene como objetivo la acumulación de poder; en otras palabras, conviene si sirve para los fines particulares, sino entonces se ajusta, en el bendito nombre de la austeridad.

Con la impunidad es lo mismo. Al sistema político le conviene que la impunidad continúe pues si se tiene el control de todos los órganos del gobierno, se genera el clima propicio para que se vuelvan intocables y puedan maniobrar con libertad.

La práctica de la justicia, como de otras tantas actividades en México, es una práctica politizada con la que se genera estabilidad para el gobernante. El caso de Lozoya es el de la impunidad por antonomasia.

Este sistema ha funcionado así desde hace muchas décadas. La normalización de estas prácticas las ha hecho casi invisibles, como lo es el agua para un pez, que ahí vive, que ahí respira, que es necesario para su sustento.

El cambio de un partido político en el poder no es suficiente para erradicar estas malas acciones. Lo que hay que hacer es cambiar el sistema, de lo contrario continuaremos con un PRI que no se ha ido.

@cromerogabriell

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