FARSA EDUCATIVA

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El 7 de diciembre de 2020 escribimos la columna Crisis Educativa en la que señalamos que a las crisis sanitarias, económica, de seguridad y política, se sumaba, como un quinto jinete del apocalipsis, la crisis educativa en nuestro país. En esa fecha, expresamos lo siguiente:

“Las principales Instituciones públicas de educación superior y los líderes educativos nacionales le han quedado a deber a nuestro país en esta dificultad educativa. Pareciera que con tal de no entrar en confrontación o en debate con el Gobierno Federal, han optado por simular que el proceso de enseñanza aprendizaje puede desarrollarse sin problemas a través de la educación a distancia.

Las Instituciones se empequeñecieron en esta etapa en la que el país necesita liderazgos que lo orienten hacia buen puerto. Pareciera también que todos los directivos esconden la cabeza ante el infundado temor de ser exhibidos o decapitados. Se muestran inusualmente indiferentes, ausentes, omisos y acríticos del entorno. Nadie quiere diagnosticar el impacto; nadie se atreve a documentar y publicar el efecto demoledor que tiene y tendrá esta crisis en varias generaciones de estudiantes mexicanos.

Con respiración artificial y con maquillaje, aparentamos ser un país de otro planeta que está contendiendo adecuadamente con esta situación emergente. Pero son ampliamente conocidos nuestros problemas de equipamiento, conectividad, contenidos e interacción pedagógica digital. 

Un buen número de hogares sin energía eléctrica, otro número más grande sin televisión, sin computadora, sin libros, sin apoyos didácticos, pedagógicos, sin internet, sin espacios adecuados en los hogares, sin el ambiente propicio para el aprendizaje y, sobre todo, sin el tiempo o conocimiento de los padres para atender las necesidades y exigencias del programa “Aprende en casa II.”

Una tarea titánica para la SEP que anuncia un éxito a medias en la educación a distancia de millones de mexicanos. Los accesos desiguales a las Tecnologías de la Información profundizarán los desequilibrios sociales golpeando la formación educativa de los más pobres.”

Hoy, el Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía (INEGI), nos da la razón al mostrar los resultados de la Encuesta para la Medición del Impacto Covid-19 en la Educación (ECOVID-ED) 2020. Dentro de ellos, se concluye que 2.9 millones de mexicanos entre 3 y 29 años de edad, no se inscribieron al ciclo escolar 2020-2021 por falta de recursos económicos, mientras que otros 2.3 millones tampoco lo hicieron por razones asociadas a la Pandemia COVID-19.

En dicho informe también se establece que 3.6 millones de estudiantes vieron afectados sus estudios por la necesidad de trabajar y contribuir económicamente en sus hogares. Este desastre nacional se sigue ocultando por parte de las autoridades educativas quienes han sido renuentes y reacias a aportar cifras sobre el abandono y deserción escolar; sobre las afectaciones directas e indirectas al proceso de enseñanza – aprendizaje; sobre el impacto en las capacidades de maestros y alumnos; sobre la expedición de certificados, diplomas, títulos y grados académicos y, en suma, sobre una urgente y postergada evaluación integral de la educación en tiempos de COVID-19 por parte de expertos. La farsa y la simulación educativa debe acabar.

Aunque duela, es necesario aceptar que México no cuenta ni contará en breve tiempo con las plataformas y la infraestructura necesarias para atender las necesidades educativas de su población en la modalidad virtual, remota o a distancia. Ante esta triste y lamentable realidad, reitero lo que desde diciembre planteamos:

“La Nación reclama un gran liderazgo que pueda convocar y agrupar a todos los talentos mexicanos en los diferentes niveles educativos y encontrar, en equipo, la fórmula adecuada para atender la crisis educativa en las mejores condiciones; de manera especial, para mirar más allá de la coyuntura y preparar el sistema y modelo educativo mexicano post-covid. Es tarea pendiente de urgente resolución, pero a veces parece tarea olvidada.”

¿O usted cree que seguimos bien?

Esa es una duda sustentable.

@mexicanosalgri5