Sociedad civil puede cambiar el rumbo del país en democracia

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– Los términos en los que se está planteando la campaña política hacia 2024 son diferentes a cualquier otro ejercicio democrático, la diferencia la está marcando la sociedad civil organizada y la ciudadanía en general.

Nos encontramos a escasos 11 meses en que México se enfrentará a la decisión más importante de este tercer decenio del siglo XXI: El país sigue por la ruta trazada por la cuarta transformación o cambiamos el rumbo. Los próximos meses sin duda marcarán rumbo y destino para el futuro inmediato de la nación.

Tenemos como sociedad la oportunidad de construir un México que camine hacia un rumbo distinto, a un rumbo con crecimiento, con menos desigualdad social donde verdaderamente sociedad y gobierno nos volquemos en una estrategia verdadera para abatir los rezagos y la pobreza en que viven millones de mexicanos. Y que “primero los pobres”, sea un compromiso social entre ciudadanía y gobierno; y no la dádiva gubernamental que se otorga a cambio de lealtades electorales.

Tenemos que lograr la reconciliación nacional tan necesaria para aspirar al desarrollo económico y social que requiere nuestro país y, erradicar la exclusión y la polaridad que se promueve a diario desde Palacio Nacional.

Los términos en los que se está planteando la campaña política hacia 2024 son diferentes a cualquier otro ejercicio democrático que hayamos vivido en la historia de nuestro país y, precisamente la diferencia la está marcando la sociedad civil organizada y la ciudadanía en general.

Una sociedad viva y actuante que en noviembre del 2022 emerge manifestándose en defensa del árbitro electoral, donde ciudad tras ciudad a lo largo y ancho del país sale a decirle al gobierno y a los partidos políticos ‘aquí estamos y levantamos la voz’ para reconstruir este país que los partidos de diferentes tonos y colores no han sabido llevar adelante, cuando les hemos otorgado el voto para que gobiernen en favor de los ciudadanos.

En México creemos y luchamos en forma pacífica por un sistema político que sea paralelo a la sociedad civil organizada y a la ciudadanía en general, creemos en la plenitud democrática de la gobernanza para resolver los urgentes problemas nacionales que en este sexenio no se han resuelto y, por el contrario, se han incrementado de manera alarmante temas como la inseguridad, la educación, la salud universal y la corrupción son los males principales que vivimos en México.

Tenemos todo como país para alcanzar un proyecto de nación a largo plazo, basado en la superación, en la equidad y la transformación de una sociedad que está ávida de gobernantes de actuar impecable, que sirvan a sus comunidades y no se sirvan de ellas para el enriquecimiento propio, de familiares y amigos.

Las viejas prácticas tienen que quedar en el pasado y quedar erradicadas de la vida política de los mexicanos que quieren un mejor país.

A pesar del constante y repetitivo discurso del primer ejecutivo, la corrupción que juró combatir el día de la toma de protesta como Presidente de México, no ha disminuido en 4 años de gobierno y quizá se encuentra en uno de los puntos más elevados de la historia nacional, pues trasciende a simple vista el desvío de recursos de la nueva “casta dorada” que gobierna el país a nivel federal, y que se repite en forma sistemática en Entidades Federativas y municipios gobernados por Morena.

El púlpito matutino de las mañaneras se ha convertido en un riesgo para nuestro sistema democrático. No son el espacio informativo que se le prometió a la sociedad para informar sobre los avances de esta administración, que es lo que pregona el Presidente López Obrador.

El mayor porcentaje del tiempo de su programación está dedicado a difundir información tendenciosa, siempre matizada con el “yo tengo otros datos” y, lo más peligroso para una democracia es que esta tribuna se utiliza para destruir la reputación de sus adversarios políticos, como ha sucedido con Xóchitl Gálvez.

Y todo apunta a que sucederá con quienes se conviertan en actores políticos incómodos para el actual régimen; hace unas semanas lo fue la Ministra Presidente de la SCJN, Norma Piña; de igual forma han sido tratados los ministros que han fallado en contra de los intereses presidenciales y en general contra el Poder Judicial, al que se le ha llamado corrupto.

Y sin tener un límite razonable en sus expresiones, el Primer Ejecutivo ha comparado en estos días al INE con la Santa Inquisición, como una respuesta a las medidas cautelares que impusieron las autoridades electorales para que no aluda en las mañaneras a Xóchitl Gálvez.

Desde las mañaneras se ha iniciado con una idea sistemática de un complot de parte de los adversarios de la cuarta transformación para tomar el poder; las mañaneras se pueden convertir en la voz que construya una narrativa, la cual pueda convocar a movilizaciones agresivas y violentas si es que el proceso electoral del 2024 no favorece al partido del presidente; y para muestra está lo ocurrido en las elecciones pasadas en USA, al instar el presidente Trump a sus bases de mayor radicalidad a invadir el Capitolio ante un resultado electoral adverso.

El Presidente de México es sin duda un animal político de una gran capacidad, que ha enfrentado procesos electorales múltiples y variados todos con una principal y única característica: López Obrador NUNCA ha aceptado una derrota electoral. ¿Aceptará una derrota en el 2024?

 

 

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