Soberanía energética contra el despojo

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Despojo es la palabra que perfectamente describe la contrarreforma energética aprobada por el presidente Peña Nieto a través de sobornos proveídos por empresas transnacionales a diputados federales entre los que se encuentran líderes de la oposición en México al más alto nivel. 

El neoliberalismo tiene una larga historia de desmantelamiento del Estado de Bienestar que se construyó el siglo pasado con instituciones que garantizaban compensaciones a los efectos destructivos del mercado.

Estamos presenciando un modelo colapsado que se resiste a abrir camino a políticas públicas que intenten rescatar a la sociedad de los efectos más adversos que se avecinan producto del saqueo que realizaron durante más de 30 años. 

Está claro que el sistema económico en México está sumamente marcado por la corrupción, tan sólo en la condonación de impuestos a las empresas más grandes los sexenios de los presidentes Peña Nieto y Calderón Hinojosa el Estado mexicano dejó de recibir 189,018 millones de pesos. 

Esto combinado con la destrucción del salario está generando una presión muy importante a la economía en su conjunto. Y es que durante toda esta época siguieron el canon de subir el salario más allá de la inflación porque podría generar un desajuste macroeconómico. 

Este cinismo fue acompañado con la venta de empresas productivas del Estado, que se encargaron de repartir en todos los sectores, se entregó incluso la banca a manos del capital extranjero. Nuestra economía quedó fuertemente intervenida. 

Hacemos todo este recuento por un asunto fundamental, la entrega del sector energético a manos de privados era la joya de la corona, y es que a partir de ahí no había necesidad de hacerse cargo del Estado, más bien impulsar políticas de contención como las que guiaba el manual de Hayek y Friedman, en donde el gasto de gobierno debía dirigirse tanto a las fuerzas represivas del Estado y a programas focalizados de asistencia social. 

Es decir, sabían que esto tendría consecuencias importantes en el aumento de la pobreza y que eso podría generar cierta conflictividad social que podrían manejar con mano dura. La guerra contra el narcotráfico fue un mecanismo creado para canalizar el enojo social al mismo tiempo que se producía miedo. 

Cuando uno voltea a ver lugares como las masacres de Allende o San Fernando se puede dar cuenta que estuvieron construyendo un mecanismo de despoblamiento estratégico, justamente sobre una de las reservas de gas más importantes del mundo, la Cuenca de Burgos, eso no fue nada casual. El control territorial es clave en la guerra por los recursos naturales estratégicos, así lo demostró Irak.

Peor aún, cuando uno voltea a ver la guerra demográfica en curso, con el alto flujo migrante que sucede del Sur al Norte, podemos observar la necesidad de establecer el doble de campos de concentración y un muro militarizado en la frontera que a pesar de que el presidente Biden detuvo la ampliación ordenada por el presidente Trump, las políticas migratorias están cada vez más dirigidas a tratarse como un asunto de seguridad nacional y no como lo que es: una crisis humanitaria. 

El sector energético fue puesto en venta para poder establecer mayores cuotas de ganancia en las empresas que se dividieron el negocio. El Estado estaba ahí para garantizar trasladar fondo de acumulación social a fondo de acumulación privada, obviamente el Estado intervenía y en esta intervención nadie protestaba en los medios de comunicación porque beneficiaba a sus patrocinadores.

Las empresas lograron con esto reforzar la externalización de costos, mientras ellos podían generar mayores ganancias a partir de una mayor generación de energía sin tener una planeación y tomar en cuenta las necesidades colectivas sino la disminución de costos se generó una presión sumamente importante en todo el Sistema Eléctrico Nacional lo que ha dañado gravemente las líneas de transmisión. 

La manipulación que se ha hecho de este tema en específico es muy ilustrativa, se ha dicho hasta el cansancio, que el único monopolio que logró tener la Comisión Federal de Electricidad fracasó, justamente porque no pudo modernizarse. Lo que ocultan es que al hacer fraudes a la ley incrementaron la producción de energía, y justamente esto, aunque se hayan producido por “energías limpias”, tiene un impacto en el Sistema en general porque lo saturan, lo que imposibilita el uso, por ejemplo, de energía proveniente de las hidroeléctricas.

No sólo, es tanta la cantidad que intentan poner en el mercado para que puedan obtener mayores rendimientos, que sin invertir en el traslado de la energía ya que ahí sí necesitan del Estado para ahorrarse el más importante tramo, que se han producido apagones en buena parte de la república mexicana, y eso nada más es el preludio de lo que viene. 

En economía externalizar costos quiere decir que alguien más debe pagar porque se limpie los procesos contaminantes que generan estas empresas que hoy se visten de verde para abaratar sus costos, eso se logra a través del aumento de impuestos a la clase trabajadora. Así se cerraba la pinza, por eso nos llegaron a cobrar hasta por los depósitos bancarios que se hacían, el boquete que se abrió a las finanzas públicas es prácticamente insostenible, eso sin contar la deuda heredada por el FOBAPROA.

Cuando se habla de transición energética desde las empresas, nunca se revela que en la búsqueda de sus beneficios estas no reparan nunca en trasladar todos sus costos hacía otros actores, especialmente el Estado, porque al interiorizar estos costos su operación se vuelve insostenible, necesitan succionar recursos para mantener sus altas tasas de ganancias. 

Incluso cuando quieren presentar sus proyectos como energías limpias se piensa de forma parcializada, no se ve la totalidad del problema, resuelven la forma de tener mayores beneficios económicos y se olvidan de los impactos globales a la naturaleza ni la organización que se requiere para enfrentar el cambio climático. Eso lo tendría que pagar el conjunto social y no la empresa privada. No podemos pensar en la generación de energía al margen del Sistema Eléctrico Nacional, hacerlo sería suicida.

Si no se logra llevar a buen puerto en el Congreso la reforma en materia energética, lo que veremos en unos años es un Estado que no tiene la capacidad para defenderse de la devastación producida por el cambio climático al mismo tiempo que la pobreza seguirá aumentando. La pauperización de las clases medias será un hecho irremediable ante los impuestos que se tendrán que pagar por la falta de recursos, estamos a tiempo de salvar el futuro. 

Este primer paso que dio el presidente López Obrador busca garantizar la soberanía nacional en el sector energético y con ella estar en posibilidades de empezar a resolver el desastre que dejó el despojo organizado a través de la corrupción. La viabilidad de la nación depende de ello.