Las “Fiestas Guadalupanas” de Puerto Vallarta, que se celebran anualmente del 1 al 12 de diciembre, cumplen seis años como Patrimonio Cultural Inmaterial del Estado de Jalisco, luego de que el pasado 24 de noviembre de 2018 se oficializara el decreto del entonces gobernador Aristóteles Sandoval Díaz, en reconocimiento a la importancia religiosa, cultural y social de estas festividades que honran a la Virgen de Guadalupe.

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Según se justificó en aquel entonces en el decreto que puede ser visto en internet, cada año más de 300 peregrinaciones recorren la calle Juárez, una de las principales vías del centro de Puerto Vallarta, que es cerrada al tránsito para permitir el paso de miles de personas y grupos organizados que rinden tributo a la Virgen de Guadalupe.

Tradición, folclor y comunidad en las Peregrinaciones

Las peregrinaciones, compuestas por familias, asociaciones, escuelas y comunidades religiosas, incluyen desde bandas de guerra y mariachis hasta danzas prehispánicas y carros alegóricos decorados con esmero. Al llegar a la Parroquia de Guadalupe, los peregrinos depositan ofrendas y participan en las misas y ceremonias solemnes en honor a la Virgen.

La celebración también incluye la emblemática “Antorcha Guadalupana,” una carrera de relevos que inicia el 8 de diciembre en la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México. Portadores de la antorcha cubren la distancia hasta Puerto Vallarta, culminando con su llegada el 12 de diciembre en la Parroquia de Guadalupe, momento en el cual se realiza una misa solemne y se cierra la festividad con fervor y emoción.

El malecón y la Plaza de Armas se transforman durante estos días en un espacio de convivencia y fe. La instalación de puestos de verbena popular y adornos coloridos en el templo crea un ambiente festivo, donde la comunidad vallartense y visitantes se unen para celebrar y reforzar su identidad cultural y religiosa.

Origen de la peregrinación de “los favorecidos”

Este día, el 12 de diciembre, se realiza la tradicional “peregrinación de los favorecidos” que remonta a los años 40’s, en honor a un milagro que la Virgen de Guadalupe le concedió a 35 fieles que iban llegando a Puerto Vallarta tras peregrinar a la Basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México.

Al transitar por una pendiente, el vehículo en el que viajaban los peregrinos se quedó sin frenos, despeñándose hacia el precipicio. Ante lo que los vallartenses asumieron como una muerte inminente, una de las personas invocó a la virgen, en una mezcla de devoción y llanto: ¡Virgen de Guadalupe, Virgen de Guadalupe!

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“Como si el carro lo hubieran detenido en el aire, se detuvo y quedó encajado en las piedras y arena del cerro”, según las palabras de Josefina Munguía, una de las sobrevivientes, de acuerdo al testimonio rescatado por su hija, Inmaculada Ávalos.

Las Fiestas Guadalupanas representan la tradición más importante para Puerto Vallarta, no solo como un evento religioso, sino como una manifestación colectiva de identidad que ha unido a la comunidad durante generaciones.