La estructura del odio clasista contra el AIFA

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El discurso político que ha decidido construir la oposición en México tiene como su eje central el odio clasista. No es que toda la oposición se encuentre en ese escenario, pero en la medida que la ultraderecha se ha apoderado de las líneas discursivas tanto en los medios de comunicación tradicional como en las redes sociales, toda ella se ve arrastrada a esta estrategia. 

Esta matriz de discusión de lo público está muy bien diseñada para cumplir varios objetivos, uno de ellos, quizás el más importante, es radicalizar a su base social. Emprender una serie de mensajes que incluso, y preponderantemente más bien, sean irracionales.

No importan aquí las ideas para debatir sobre un proyecto de país, lo que importa es dar las herramientas necesarias para fomentar el odio a un proyecto alternativo al neoliberalismo. 

Esta base social está fundamentalmente situada en la clase media que, paradójicamente, el neoliberalismo pauperizó de forma sistemática. Va dirigido a ella en la medida que se necesita ir construyendo un discurso de “recuperación” de México, de ese México clasista, misógino, racista, pero que dadas las inconveniencias de presentarse de esa manera tienden más bien a ridiculizar cualquier acción de gobierno, al identificar como lo más atrasado al movimiento de la cuarta transformación, entonces se puede desplegar a través de mensajes más elaborados su campaña de odio. 

Pero, además, no es su único objetivo, también lo es la necesidad de bloquear que cualquier oposición pueda construir puentes de comunicación con la fuerza política preponderante hoy en día. Al radicalizar el discurso, no se les permite espacio a otras voces que, aunque disidentes del actual gobierno, no estarían en la dinámica del golpeteo irracional sino estarían dispuestas a dialogar en diferentes aspectos para aportar en la construcción de la institucionalidad. El mismo discurso de odio sirve además para provocar miedo entre sus filas.

Esto lleva ante todo a no reconocer ni un solo logro del actual gobierno. Esta es la estrategia planteada por Claudio X. González y a la que los líderes de la oposición se adhirieron con la esperanza de que el dinero que fluiría les permitiría no desaparecer del mapa político.

En un acto de desesperación estuvieron dispuesto a la traición de su propio programa político por un pragmatismo guiado por una clase empresarial que ha sido financiada desde el extranjero. 

Es interesante observar cómo en la medida que se tiene cierto margen de independencia, existen actores políticos que no se subordinan por completo a la lógica impuesta desde fuera de México. Ejemplos hay varios que muestran un choque entre la oposición, ahí está para términos discursivos lo que el gobernador de Oaxaca, José Murat, acaba de declarar sobre el PAN, al mencionar que son enemigos de Oaxaca y de México.

O mejor aún: la posición del gobernador del Estado de México, de facilitarle al presidente las condiciones para la construcción de Santa Lucía. Esto no quiere decir que estos actores no sufran presiones, pero aún tienen márgenes de acción independiente debido a su propio poder político que no viene del financiamiento externo. 

Y no sólo es la clase política la que fue cooptada por esta estrategia, también lo fueron ante todo los medios de comunicación. No nada más como una afinidad ideológica, es decir, para sus dueños el asunto se trató siempre de encarecer los apoyos al gobierno actual como ha sucedido desde siempre, dejaron actuar a la ultraderecha para beneficiarse en la medida que las contradicciones fueran debilitando al presidente y su movimiento. 

En tanto las plumas y voces que se plasman en esos medios de comunicación, un sector muy importante vio cerrada la llave de los recursos públicos que se destinaban para corromperlos, y eso generó una reacción virulenta.

Sería injusto comentar que todos los actores involucrados estaban en esa misma dinámica, pero en la medida que los jefes de las redacciones entienden que la información es una mercancía y que los principales compradores de publicidad están en una batalla donde amplificar la desinformación es una necesidad entonces se encuadran a ella, por esa razón no ha habido apertura plural real dentro de los principales medios de comunicación. No la habrá, a lo mucho se tendrá excepciones como que de vez en cuando una voz que las mayorías respaldan pueda usar los medios.  

Ahora bien, un elemento que es central en este objetivo de instalar este enojo dentro de la sociedad es intentar debilitar esta nueva función que tiene el ejército. Para la ultraderecha en la medida que el ejército no ha cedido a sus pretensiones golpistas entonces hay que ridiculizarlo. Es claro que el haber dotado de una función que no es la de llevar a cabo el guion de la guerra ha molestado demasiado a los poderes facticos.

Para ellos esta nueva función era inimaginable en la medida que los soldados estuvieron ahí para legitimar el fraude electoral a partir de impulsar la militarización de la sociedad. Hoy se está demostrando que una alternativa es posible con la construcción por parte de un equipo de ingenieros militares del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA).

Esta es la base para que el discurso de odio clasista y racista se pueda esparcir como pólvora por las redes sociales. La ridiculización de todo el aparato mediático más bien es la decantación por un discurso de odio al haber cerrado el diálogo en la construcción de un proyecto de bienestar colectivo. 

Una senadora de la república llamó al AIFA chicharronero, como si fuera un lugar menor al cual se debería despreciar por haber sido construido por militares y obreros, proveniente de puercos y suciedad, lo delicado del asunto es que es la presidenta de la comisión de derechos humanos. Ella a pesar de ser VIP, es decir de la elite, irá al AIFA solo para dar cuenta de que en verdad es un lugar para chicharroneros. 

Otra senadora se refirió al AIFA como si fuera de un pueblo menor, y nombró la ubicación de un municipio del Estado de México para hacerlo, Zumpango. Es decir, como si el proyecto de un aeropuerto sólo pudiera ser para las elites, y no para la sociedad en su conjunto. Como si la mera existencia de Zumpango fuera síntoma de atraso. 

Una imagen que expresa los contrastes sobre los ataques se ha sufrido desde las redes sociales es la de doña Carmen, que, aprovechando la situación de la inauguración, se metió a vender tlayudas. Este es el México barroco del cual aborrecen, al que quieren gobernar, pero no lo quieren más que en pinturas.

Es obvio que la señora tiene una clientela dentro del AIFA porque los trabajadores siguen construyendo la obra ¿por qué tanta molestia porque una mujer indígena pueda ganarse la vida trabajando? ¿por qué la volvieron el centro de las notas solamente para ridiculizar el escenario?

Para la ultraderecha la clase trabajadora a pesar de haber edificado junto con los militares el AIFA deben desaparecer para dar paso a los salones VIP, que son los únicos que pueden aparecer en sus imágenes idílicas. En sus ilusiones clasistas y racistas.

Se llama Felipe Ángeles en honor al General que fue leal en medio de una temporada de zopilotes que desató el traidor de Victoriano Huerta. La lealtad democrática del General Felipe Ángeles hoy está plasmada en este Aeropuerto Internacional. Esto es lo que odian desde su racismo y su clasismo.

Tiene razón Claudia Sheinbaum, el AIFA es la esencia de la cuarta transformación, aquí y ahora queda demostrado que puede haber un proyecto alternativo a los gritos de guerra que nos quieren ensordecer. 

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