Albores del turismo vallartense
La ciudad imaginada / José Alfonso Baños Francia
El inicio de la vocación turística de Puerto Vallarta se remonta a la década de 1940 cuando se establece el primer hotel, el Gutiérrez. Para 1948 abre sus puertas el hotel Rosita, novedoso establecimiento con las funciones y requerimientos para hospedar de manera formal a visitantes foráneos; posteriormente se construye el hotel Paraíso y con el tiempo se incorporan los hoteles Central y Chulavista.
Una característica de estas instalaciones de hospedaje es el empleo de formas arquitectónicas vinculadas al “funcionalismo”, estilo arquitectónico de moda a nivel mundial pero que rompía con el contexto rústico tradicional. Esta tipología arquitectónica sería retomada para otros edificios como el kínder Ignacio L. Vallarta o la casa de Félix Macedo.
En 1950, la población ascendía a 10,801 habitantes y la actividad turística se consolidaba, gracias al mejoramiento en la infraestructura así como la puesta en valor de diversos atractivos como la Playa de los Muertos. Un año después, se desarrollan los festejos para conmemorar el primer centenario de la fundación del entonces poblado de Las Peñas.
Para entonces, comienza el arribo de extranjeros a habitar parcial o totalmente en Puerto Vallarta, la mayoría de ellos eran pensionados norteamericanos; algunos rentaban casas modestas en el Fundo Legal (Centro) y otros se fueron estableciendo como residentes, construyendo sus villas a lo largo de la ribera del río Cuale, desarrollando la colonia Gringo Gulch.
El constructor más representativo de esa época fue Fernando Romero Escalante (Freddy Romero), cuyo legado contribuyó en la consolidación de un estilo único que marcó una época de esplendor en la historia de la arquitectura vallartense.
Freddy recuperó la tradición constructiva de poblado serrano pero incorporando materiales y sistemas constructivos modernos (muros de ladrillo aparente, azulejos, celosías de madera en conjunción con terrazas y balcones). Los resultados formales y estéticos son estupendos. Con el tiempo, otro grupo de constructores, como Luis Favela, Guillermo Wulff y José Díaz Escalera completaría la hazaña.
En 1953, a iniciativa del gobernador Agustín Yánez, se creó la “Comisión de Planeación de la Costa de Jalisco” con el objetivo de contribuir en el desarrollo del litoral jalisciense y complementar el programa de la “Marcha al Mar” que el presidente Adolfo Ruíz Cortínes implementó para ocupar las zonas costeras y lograr un mejor aprovechamiento de los recursos marinos nacionales.
Un año después, la compañía Mexicana de Aviación comenzó a volar de manera regular; en un principio se utilizó el aeropuerto de la vena de Santa María, donde llegaban los aviones DC-3, pero con la arribo de los aeroplanos DC-4 y DC-6 se tuvo que habilitar un nuevo aeropuerto, en los alrededores del estero El Salado, edificio que se comenzó a construir por etapas en 1956 y que se terminaría en 1962.
De acuerdo a lo narrado por don Carlos Munguía, “la población crecía y aparecieron las primeras colonias hacia el norte, la 5 de Diciembre, que iniciaba en la calle 31 de Octubre, y hacia el sur, al otro lado del río Cuale, la Emiliano Zapata. Estos asentamientos se poblaron rápidamente”. Además, “como la única iglesia que había ya no era suficiente para recibir a todos los fieles, se inició la construcción de otras dos, la Santa Cruz, en 1954, y la de Nuestra Señora del Refugio, en 1955”.
Para finalizar la década, se ejecutaron dos obras de infraestructura fundamentales: en 1958 se completa la central eléctrica, para que la población pudiera disponer del servicio de manera regular; y se edifica el primer puente de concreto armado sobre el río Cuale, realizado por el ing. Marcial Reséndiz en escasamente cien días. Con estas realizaciones se comprueba el fuerte proceso de expansión local, con implicaciones en el crecimiento poblacional. Para entonces, la cabecera municipal reportaba 7,460 habitantes, mientras que los poblados de Ixtapa, Las Juntas, Pitillal y Las Palmas contaban con 3,768 pobladores y un resto de 4,232 repartidos en 55 ranchos y 34 rancherías.
En 1963 se filma la película “La noche de la Iguana”, dirigida por John Houston y estelarizada por Richard Burton, Ava Gadner, Deborah Kerr y Sue Lyon. La importancia mediática de este evento se favoreció por la relación amorosa entre Burton y Elizabeth Taylor, quienes quedaron tan impactados con la belleza del lugar, que adquirieron una propiedad para descansar cuando sus actividades se los permitieran.
Esta primera etapa de desarrollo turístico se caracteriza por la aparente lentitud en el crecimiento de la oferta, particularmente referido a la planta hotelera, así como a la escasez de visitantes, debido a la limitada accesibilidad al puerto y la carencia de atractivos turísticos puestos en valor. Por entonces, Puerto Vallarta era un destino caro, exótico y exclusivo, con un perfil de visitantes de alta capacidad económica, ya que gracias a su aislamiento era un destino muy popular entre las clases altas y el jet set internacional.