Y al fin se pudo
Jorge Ricardo
Ciudad de México.- Andrés Manuel López Obrador con lágrimas en los ojos, frente a la Catedral, a su izquierda tenía el Palacio Nacional, volaban pedazos de confeti sobre el Zócalo: “¡Sí se pudo!”, gritó, y luego esperó un momento. Miles de seguidores que ocupaban toda la pancha le respondieron a coro: “¡Sí se pudo! ¡Sí se pudo!”. Y como nunca el grito era tan preciso: su victoria se había tardado doce años.
“Nos dijeron de todo, que éramos unos mugrosos, unos nacos y nos esperamos doce años y mire, aquí estamos”, dijo la señora María Rangel que llegó desde La Huasteca potosina y fue primera en el Zócalo que se puso llorar cuando escuchó que el panista Ricardo Anaya había aceptado su derrota. “¡Bendito sea Dios!”, gritó, sumida en lágrimas. “Vine porque me dije a ver si gana, si no, pues ya será otra derrota”, dijo cuando ya a su alrededor había un coro de gritos: “¡Sí se pudo! ¡Sí se pudo!”.