Victoria (germinal) contrahegemónica

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El movimiento de la cuarta transformación ha logrado una victoria histórica en las elecciones intermedias del pasado 6 de junio. Se han podido sentar las bases para ampliar la construcción de un movimiento contrahegemónico anti y posneoliberal. Los saldos son favorables si se lee a contrapelo de la manipulación que se ha desatado en los mass media. Les urge esconder y deformar el significado de esta elección.

No es menor que se haya roto dentro de los Estados que conforman la unión mexicana el relato neoliberal. El Consejo de Washington que sirvió como base dentro de las elites mexicanas para apuntalar un modo de producción dependiente del exterior se fracturó. 

Las elites mexicanas junto con los medios de comunicación masiva habían construido el consenso que sostenía al viejo régimen. La clase dominante mexicana que dominó la escena durante más de cuarenta años y que había podido hacer identificar sus objetivos económicos con las necesidades de la población ha sido puesta en jaque.

Uno de los intelectuales más importantes para combatir al fascismo, Antonio Gramsci apuntaba que cuando un grupo de empresarios lograba imponer su relato no sólo a través de las armas sino logrando que la masa social pudiera identificarse e incluso defender los postulados de ese grupo económico en el poder se lograba consolidar una hegemonía política.

Para ello era sumamente importante contar con los medios de comunicación, que se alineaban por sus propios intereses con este relato. En México esto se construyó a partir de las líneas de interés que se definieron en Estados Unidos. Una parte de la clase empresarial mexicana asumió desarticular la base productiva del Estado entregando los monopolios defensivos que lograban establecer barreras que protegían a la sociedad de los efectos más devastadores de la economía. 

Para llevar a cabo el proceso de la construcción hegemónica neoliberal no importó romper con los pactos de la clase política en su conjunto, el PRI nacionalista se volvió un estorbo e incluso el PRI que estuvo dispuesto a la reestructuración autoritaria a través de fraudes electorales como el de Salinas de Gortari fue también disciplinado con el magnicidio de Luis Donaldo Colosio.

Su continuidad histórica dependió de sus orígenes, lo que derivó en no respetar la voluntad popular en 2006, trasladando la violencia política ya no sólo a la clase dirigente del PRI “revolucionario” del siglo XX sino incendiando al país con una guerra contra las drogas, que más bien fue una nueva reestructuración autoritaria haciendo del despojo económico en amplias zonas su modus operandi. La pax narca y el golpismo antidemocrático.

La compra de votos masiva a través de mecanismos financieros internacionales en 2012 con Enrique Peña Nieto fue la cúspide de este proceso que tuvo como principal objetivo la compra-venta de PEMEX. Manipulando a la opinión pública con la idea de que el negocio de los energéticos era cosa del pasado, una idea sumamente ingenua si se voltea a ver las guerras emprendidas no importando los costos humanos y económicos por nuestro país vecino en Medio Oriente para garantizar el control de estos recursos. 

Efectivamente, la elección de 2018 fue un punto de quiebre para esta nefasta trayectoria. Y que colocó al presidente López Obrador en el centro de la discusión sobre cómo articular una alternativa histórica al neoliberalismo.

Es muy importante dar cuenta que los cambios que requieren recuperar la soberanía nacional y encauzar un proceso para rehacer el tejido social que fue sumamente dañado requiere una temporalidad que rebasa la lógica sexenal, por lo que no bastan solo tres años para lograrlo ni siquiera un sexenio o dos. 

Si esto ya era un problema político, ya que había que mostrar resultados dentro de la dinámica electoral. La pandemia de la COVID-19 empeoró el escenario, ya que aunado a la crisis epidemiológica se profundizó la crisis económica cuyo origen se encuentra en las políticas neoliberales y no en la alternativa que se impulsa desde la cuarta transformación. 

Traducir resultados en la sociedad en medio de este embate era muy complejo. Peor aún: la derecha que no se ha hecho responsable de la debacle nacional a la que nos llevaron emprendió una guerra sucia que estimuló el odio y el miedo en la sociedad a través de impulsar el racismo y el clasismo. 

La derecha organizada y los grandes consorcios informativos fueron especialmente virulentos para detener el avance de esta transformación, ya que sus intereses estaban de por medio. Pero, con los resultados electorales que ha producido esta jornada histórica, podemos decir que si bien no han sido derrotados por completo han fracasado en su intento por reconstruir el relato neoliberal como garante de la unidad nacional. 

Se ha empezado a construir un relato que pugna por una diferente salida a la planteada por Claudio X. González y los suyos, es decir, no quieren una vuelta al pasado en donde la necropolítica sea la que siga guiando el proyecto de nación mexicana. Los resultados en las 11 gubernaturas así lo demuestran. 

Y no sólo, también se obtuvo la mayoría en los congresos locales de Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas. Lo que hace posible el cambio de la correlación de fuerzas, ya que el golpismo aupado en el grupo de gobernadores federalistas empieza a debilitarse. 

El desgaste político en la Ciudad de México es importante tomarlo en cuenta, pero los avances en la toda la República Mexicana son contundentes, espacios en donde el PAN había gobernado por más de 30 años como en Baja California Sur o la alternancia en lugares en donde el PRI no había perdido nunca como en Sonora marcan el inicio de un nuevo ciclo político en el Norte del país.

Morena y sus aliados mantendrá la mayoría simple en la Cámara de Diputados y podrá mantener el control del presupuesto federal con lo que los programas sociales quedan blindados. Hará falta ir construyendo una mayoría calificada con otras fuerzas políticas dispuestas a abandonar el relato neoliberal y eso es lo que está en juego. 

Por lo pronto, estamos ante una victoria, que, si bien es germinal, porque apenas abre posibilidades de ir avanzando en desmantelar el control que las elites impusieron a base de fraudes electorales y la necropolítica de la guerra debilitando al golpismo, esto no existía. El movimiento contrahegemómico de la cuarta transformación tiene una oportunidad histórica de seguir combatiendo a las elites neoliberales, tanto en la acción como en el discursos como lo hace de forma pedagógica de lunes a viernes el presidente López Obrador en las mañaneras.

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