Una región que arde
Los dos cadáveres estaban a la orilla del lecho seco del Río Colorado. Ambos estaban decapitados. Un tercer cuerpo fue encontrado más tarde entre la maleza, muy cerca de ahí.
Era el viernes 17 de febrero en una región que arde.
Al día siguiente las redes sociales se sacudieron con las imágenes brutales de una balacera en San Luis Río Colorado, una de las ciudades en las que se concentró el 85% de las muertes violentas cometidas en Sonora el año pasado.
Ese sábado, el comandante de la municipal, Silvio Domínguez Villapudua, se hallaba de descanso. Manejaba por la Avenida Obregón cuando una Toyota Tundra de color blanco lo interceptó. Comenzaron los disparos: tronó a lo largo de la calle el intenso tableteo de las armas largas. La camioneta en la que viajaba Domínguez Villapudua se estrelló contra un poste del alumbrado.
El comandante, sin embargo, tuvo tiempo de hacer unos disparos.
Inicialmente, los agresores se alejaron, pero volvieron de manera intempestiva, a rematarlo. Cuando los servicios de emergencia aparecieron, Domínguez Villapudua estaba agonizante.
Sobrevino una gran movilización policiaca en las calles cercanas. La Toyota fue detectada en las proximidades de una gasera de la colonia Ganadera, a cuyas espaldas los agresores habían intentado ocultarse.
Vino un segundo enfrentamiento. Las imágenes subidas a las redes sociales muestran la camioneta completamente perforada por el impacto de armas de alto poder, así como horadado por la metralla el muro de una construcción cercana.
Las autoridades reportaron la muerte de cuatro de los atacantes de Domínguez Villapudua, cuyos cuerpos quedaron en el interior del vehículo, y la detención de diez sospechosos que habrían estado involucrados en los hechos.
Fue un ataque “contra la corporación y la sociedad misma”, se lamentó el alcalde de San Luis Río Colorado, Santos González Yescas.
Unos días antes de la aparición de los cuerpos decapitados junto al río, incluso unos días antes del ataque al comandante de la municipal, dos cateos realizados en la colonia Ruiz Cortines derivaron en el aseguramiento de mil 198 kilos de mariguana.
Todos estos sucesos llegaron de la mano.
El alcalde González Yescas denunció a principios de diciembre la irrupción de un convoy de 50 camionetas repletas de sicarios que habían salido de Ciudad Coahuila, Baja California, que habían atravesado el poblado de Luis B. Sánchez, ya en territorio de Sonora, y que habían incursionado en San Luis Río Colorado para ejecutar a varias personas y atacar “narcotiendas” que vendían mercancía de un grupo rival.
“Ninguna autoridad estatal de Sonora o Baja California, ni las agencias de seguridad del gobierno de México se dieron cuenta de la incursión”, protestó el alcalde.
Fue un día de horror para la gente que habita en los límites de ambos estados.
Las camionetas —hoy se sabe que estaban tripuladas por gatilleros de los Chapitos— iniciaron su recorrido mortal a 50 kilómetros de San Luis Río Colorado. El comando ejecutó a tres personas en la comisaría de Luis B. Sánchez y luego fue a buscar a otras siete a las calles de San Luis —pobladas de “narcotienditas” y casinos clandestinos.
“Intentaban ganar territorio”, explicó la fiscalía estatal.
En San Luis Río Colorado se cometieron más de 400 homicidios entre 2019 y 2022. Los habitantes conviven con las balaceras y las ejecuciones y, además, con un altísimo grado de violencia, así como con la constante aparición de fosas clandestinas que explican la cadena de levantones y desapariciones que ocurren en el corredor Valle de Mexicali-Sonoyta-San Luis.
En este último municipio los homicidios crecieron 41% en 2022.
Un quiebre en el Cártel de Sinaloa, ocurrido luego de la captura de El Chapo, terminó por enfrentar a los hijos de este narcotraficante, Jesús Alfredo e Iván Archibaldo Guzmán, con la célula de Los Rusos, al servicio de Ismael El Mayo Zambada.
Cuatro años en los que la violencia no ha hecho sino subir en una región que arde.