Trump busca un lugar entre los Nobel de la Paz, mientras el mundo debate su legado

Donald Trump figura entre los nominados al Nobel de la Paz 2025, aunque expertos consideran improbable su elección por el Comité de Oslo.
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Donald Trump en la Casa Blanca

El Premio Nobel de la Paz se anunciará el 10 de octubre en Oslo, Noruega. Este galardón internacional reconoce a quienes contribuyen de manera significativa a la fraternidad entre las naciones y a la promoción de la paz.

El empresario sueco Alfred Nobel lo instituyó en su testamento con el propósito de premiar los mayores beneficios a la humanidad. Desde 1901, el reconocimiento ha recaído en políticos, activistas y organismos que trabajan por la reconciliación, los derechos humanos y el desarme nuclear.

En la lista de laureados figuran figuras como Barack Obama, Jimmy Carter, Malala Yousafzai y el obispo Desmond Tutu. El Comité Nobel, designado por el Parlamento noruego, examina cientos de nominaciones cada año. En 2025 se registraron más de 330 candidatos, según el sitio oficial del premio.

Entre ellos destaca el nombre de Donald Trump, expresidente de Estados Unidos, quien ha sido propuesto por el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y por el gobierno de Pakistán. Sus nominaciones se basan en su participación en supuestos acuerdos de paz en Oriente Medio y Asia, aunque algunos de estos procesos no se concretaron.

Trump, autodenominado “el presidente de la paz”, ha insistido en que debería haber recibido el Nobel “cuatro o cinco veces”. Sin embargo, expertos en política internacional consideran improbable que el comité lo premie por sus acciones recientes, debido a que los criterios suelen valorar resultados duraderos y esfuerzos colectivos más que gestos diplomáticos aislados.

A diferencia de Obama, que fue reconocido en su primer año de mandato, Trump carga con una imagen polarizada. Sus declaraciones sobre conflictos internacionales y su estilo confrontativo no siempre se asocian con la diplomacia tradicional que el Nobel suele destacar.

Para México y América Latina, la discusión sobre el Nobel de la Paz trasciende la figura de Trump. En una región donde el trabajo por la paz se asocia con líderes comunitarios, ambientalistas y defensores de derechos humanos, el premio conserva un peso simbólico que va más allá de la política global.

Cada año, organizaciones latinoamericanas esperan ver reflejadas en Oslo sus propias luchas por la justicia social y la equidad. En ese contexto, la posible candidatura de un líder como Trump reabre el debate sobre si el Nobel sigue siendo un reconocimiento al idealismo o si ha cedido espacio a la influencia política.

El resultado se conocerá el próximo viernes 10 de octubre. Sea quien sea el ganador, el Premio Nobel de la Paz volverá a poner en la mesa una pregunta que resuena también en México: ¿la paz se construye con palabras, con acuerdos o con ejemplos?

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Hugo Lynn