Trabajo infantil en el mundo
Un informe creado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Fondo de la ONU para la infancia (UNICEF) indica que el número de niños que trabajan ha ido en aumento: en el 2021, 160 millones de infantes en el mundo trabajan, lo que representa 1 de cada 10 a nivel mundial.
El número de niños que realizan trabajos peligrosos también aumentó de 6.5 millones a 79 millones desde el 2016; las edades oscilan entre los 5 y 17 años.
La pandemia tampoco ha ayudado a disminuir este fenómeno.
El cierre de escuelas causados por COVID-19 ha hecho que algunos niños sean obligados a trabajar por sus propios familiares. El informe advierte que son 9 millones de niños los que corren el riesgo de ser obligados a laborar en el 2022.
Características del trabajo infantil
Casi todos los niños que trabajan ocurre en la agricultura; normalmente laboran en plantaciones comerciales o en complejos agroindustriales, pesca, acuicultura o silvicultura.
Los servicios y la industria representan una proporción menor, pero aún sustancial, de niños en trabajo infantil. Esto incluye labores domésticas, comerciales, de transporte y la reparación de vehículos de motor.
Mientras la agricultura tiene una proporción aproximadamente igual de niños y niñas, en los servicios y la industria existe un mayor grado de especialización de género: las niñas tienen más probabilidades de prestar servicios como el trabajo doméstico, y los niños son más solicitados en la industria.
Los peligros
Con frecuencia, el trabajo infantil requiere actividades que ponen en riesgo su integridad física.
En la agricultura, los peligros más comunes son la exposición a fertilizantes, plaguicidas y otros agroquímicos; tareas extenuantes como cargar cosas muy pesadas, largos periodos a pie, movimientos repetitivos y enérgicos, posiciones corporales inadecuadas, así como el uso de herramientas peligrosas como machetes y guadañas.
En la pesca de captura los niños son alejados de sus familias por largos periodos de tiempo, lo que los pone en una situación de extrema vulnerabilidad, además de la exposición a las inclemencias del tiempo y temperaturas extremas.
La minería obliga a los niños a trabajar en pozos profundos, transportar rocas pesadas y utilizar químicos tóxicos para separar minerales y metales.
El trabajo doméstico hace que los niños sean vulnerables al abuso físico, verbal y sexual.
La venta de productos en la calle puede incluir el trabajo nocturno (como el caso de Chiapas, donde se pueden ver a niños vendiendo artesanías durante toda la madrugada), exposición al tránsito vehicular y en ocasiones, son obligados a realizar actividades ilícitas.
El impacto de la pandemia
Un análisis preliminar de los países encuestados sugiere que durante la pandemia se ha dado una disminución de la participación de los niños en las actividades económicas.
Esto se debe a la eliminación a gran escala de puestos de trabajo derivada de la pandemia, sin embargo no se toma en cuenta el trabajo no remunerado que realizan la mayoría de los infantes.
La pandemia también ha hecho que los gobiernos se enfrenten a una creciente presión presupuestaria, por lo cual, evidenciar el trabajo infantil puede ayudar a identificar prioridades locales para orientar las políticas y las opciones del gasto público.
La protección social mitiga la vulnerabilidad socioeconómica que sustenta el trabajo infantil y logra compensar la pobreza, desigualdad de género y privaciones en la infancia.