Trabajadoras domésticas: la esclavitud silenciosa

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Según las cifras que arroja la última actualización de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Inegi, en México hay más de 2.1 millones de trabajadores del hogar, de los cuales el 91 % son mujeres.

La Ley Federal del Trabajo, desde el 2019 reconoce algunos derechos laborales para todos los trabajadores del hogar, como:

  • Jornadas de máximo ocho horas
  • Existencia obligatoria de un contrato escrito
  • Seguridad social
  • Licencia de maternidad
  • Vacaciones pagadas

Sin embargo, aún no existen sanciones para quien incumpla. Así lo explica Marcelina Bautista, directora y fundadora del Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH)

“Falta que sea obligatoria. Falta que se regularice el trabajo, que se firme un contrato y que se otorgue seguridad social, que los patrones dejen de violentar los derechos humanos de las trabajadoras.

El paso siguiente es que haya políticas públicas que obliguen a las personas empleadoras a respetarlas y sancionen a quienes les traten como a Catalina. De otra manera no vamos a tener justicia para personas violentadas”.

Además aún existe el pendiente de la afiliación obligatoria al IMSS.

 

¿Pago justo?

Marcelina Bautista explica que son muchos los casos en los que las trabajadoras del hogar cambian sus derechos por buenos tratos o pagos en especie. Además, el salario promedio es de 208.3 pesos:

“La realidad es que eso ni siquiera alcanza para una cobertura decente de la seguridad social”.

Las condiciones laborales también derivan en aislamientos que coartan todos sus derechos humanos fundamentales:

“Un gran problema de este gremio es el trabajo en aislamiento, ya que esto significa la imposibilidad de la colectividad”.

Lamentablemente este fenómeno no es exclusivo de México; también se replica en aquellos países latinoamericanos donde existen altos índices de desigualdad social.

 

El caso de Catalina Acosta

El pasado 9 de noviembre, una trabajadora del hogar de 80 años llamada Catalina Acosta fue rescatada de una casa en Naucalpan donde trabajó por 60 años; ahí padeció de abuso laboral, físico y psicológico.

Marcelina Bautista aseguró que el caso de Catalina es una muestra de la violencia que viven diariamente las trabajadoras del hogar en nuestro país:

“Dijo que la trataban muy mal, le gritaban mucho, le decían groserías, que ya no servía. No podemos permitir que a nuestras compañeras las denigren de esa manera”.

Lo cierto es que esta terrible situación es un reflejo de la escasa valoración social que se le da a esta actividad.