Sudamérica frente al dólar

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Las parejas de monedas del Forex están continuamente variando el valor entre la divisa base, -la primera del par- y la divisa cotizada -la segunda del par-, y si hay que destacar algo en este mercado durante los últimos meses es el comportamiento de dos pares; el del EUR/RUB, en el que el rublo ruso ha pasado de desplomarse tras el comienzo de la invasión a mejorar su valoración incluso por encima de su cotización previa a la guerra y la más destacable para el mercado de intercambio de divisas extranjeras que es el comportamiento del par más negociado el formado por el par EUR/USD que ha alcanzado la paridad, lo cual, tiene sus consecuencias tanto para Europa como para EEUU y por supuesto para el resto del mundo.

Pero en nuestro continente también se han producido importantes acontecimientos que afectan a las distintas divisas nacionales y por supuesto a sus ciudadanos.

Del peso mexicano al peso argentino

Si bien hasta siete monedas llevan en Sudamérica el nombre de peso delante de su nacionalidad peso mexicano, peso colombiano, peso cubano, peso dominicano, peso uruguayo, peso chileno y peso argentino-, existen grandes diferencias en el valor de los mismas, de tal forma que unas han logrado de momento mantener gran parte de su valor mientras que otras se han dejado mucho del mismo por el camino, como bien saben tanto aquellos que tienen que utilizar dichos pesos para comprar o ahorrar como aquellos que invierten operando en una plataforma de trading de forex si conocen los riesgos de abrir posiciones apalancadas.

El peso mexicano se encuentra cotizando en unos saludables 20,8 pesos frente al dólar estadounidense, algo más caro que los 18,7 a los que llegó a cotizar a principios del 2020 pero muy por debajo de los 24 que llegó a alcanzar al comienzo de la pandemia, trayectoria que no ha logrado seguir el peso colombiano que a pesar de haber ido perdiendo valor frente al dólar durante los años del coronavirus, en los últimos meses lo ha hecho con mucha mayor velocidad e intensidad, de tal forma que en la primera mitad de julio su cotización ya era de más de 4.600 pesos por dólar, algo similar a lo que le ha ocurrido al peso chileno cuya cotización supera los mil pesos por dólar por primera vez.

Aunque en el pequeño ecosistema que forman las monedas sudamericanas cuya denominación empieza por peso, ninguna ha perdido tanto valor como el peso argentino, cuyo billete de mayor valor, el de mil pesos argentinos, ha perdido desde su creación en el 2017 casi todo su valor y ya se habla de que la inflación en el gigantesco país albiceleste podría alcanzar o incluso superar el cien por ciento para este año.

Inflación en México

Aunque comparada con otros países de su esfera e incluso con países con una divisa fiat tan potente como el euro, la inflación mexicana no ha experimentado un crecimiento tan acusado, lo cierto es que con casi un ocho por ciento de inflación interanual en junio, este indicador ya lleva cinco trimestres seguidos superando por mucho el objetivo del banco central, lo que a priori implicará que la institución continúe con el alza de los tipos de interés en sintonía con la vecina Reserva Federal y otros bancos centrales que han considerado necesario subir el precio del dinero como forma de atajar una inflación que ya se encuentra prácticamente desbocada incluso en zonas del mundo que no estaban acostumbradas a alzas en los precios tan prolongadas y a tanta velocidad.

Y es que la inflación no parece ser sólo un problema de aquellos países como los europeos con una fortísima dependencia de materias primas energéticas del exterior ya que en México las alzas de los precios parecen lideradas por el sector agropecuario, no se debe olvidar que existe una grave escasez de fertilizantes a nivel mundial y por el de los alimentos procesados dos sectores en los cuales la contracción del consumo es mucho más difícil que por ejemplo en el ocio, dado que cubren una de las necesidades básicas de la pirámide de Maslow como es la alimentación, el mínimo indispensable para que el ser humano pueda pensar en cubrir otras necesidades, lo que convierte a una inflación del ocho por ciento en una auténtica losa para los ciudadanos mexicanos.

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