Sinaloa, ¿quién manda allí?
El pasado viernes se conoció del plagio de 66 personas en Culiacán, familias enteras incluyendo menores de edad, fueron sacadas violentamente de sus casas por encapuchados fuertemente armados.
Para explicar los hechos, una de las primeras hipótesis fue que se trataba de un enfrentamiento entre bandas criminales, incluso se habló del enfrentamiento entre dos fracciones del Cartel del Pacífico (o de Sinaloa): el que encabeza Ismael “El Mayo” Zambada y el que dirigen los hijos de Joaquín Guzmán Loera conocidos como Los Chapitos.
Como corolario de estas acciones, este martes aparecieron en distintos puntos de Culiacán decenas de mantas con un mensaje que aclara que no hay guerra en Sinaloa, pero dice más: “Esto les va a pasar a todos los rateros de Sinaloa… Aquí no se permite el robo, secuestro, extorsión ni cobro de piso. Ya saben cuáles son los principios de la organización”. Lo firma IAG, iniciales de Iván Archibaldo Guzmán.
Al lado de esas mantas aparecieron otras con cuatro fotografías de sujetos a quienes señalan como “cabecillas del grupo encargado de los robos de casa-habitación en Sinaloa”, uno de ellos agente ministerial en activo y otro elemento de la Fiscalía General de la República.
Estos hechos —secuestros y mantas— admiten varias lecturas, todas perturbadoras. Por una parte, que las víctimas de esos robos no acudieron a la autoridad para reclamar justicia sino al Cártel. Por otra parte, muestran la capacidad de los servicios de inteligencia de Los Chapitos que les permitieron identificar a los asaltantes e incluso sus domicilios y operar simultáneamente en distintos puntos de Culiacán. Pero exhiben, además, quien manda en el estado, quien tiene la autoridad para imponer el orden y le dice a la comunidad que ellos son quienes los cuidan y que no permitirán robos ni extorsiones ni cobros de piso.
En tiempos en los que la Familia Michoacana y otras organizaciones criminales secuestran, extorsionan e imponen el cobro de piso, el Cartel del Pacífico mantiene su objetivo central: el tráfico de drogas. “Nosotros no nos metemos con la gente”, dijo alguna vez Joaquín Guzmán Loera. Quizás eso contribuya a explicar sus bases sociales. El 27 de febrero de 2014 (cinco días después de su aprehensión en Mazatlán) miles de personas marcharon por las calles de Culiacán y de Guamúchil para exigir su libertad. En una de las mantas se leía: “El pueblo se sentía seguro, lo queremos de vuelta en Culiacán”.
Dos antecedentes permiten contextualizar el momento político: la intervención del Cartel del Pacífico en los comicios del año 2021 en apoyo a Morena y su terrible reacción ante la detención de Ovidio Guzmán. La intimidación dio resultados, el presidente rindió la plaza, hasta la fecha no hay un solo detenido por esos hechos.
Y en ese contexto, llama la atención el mensaje que dejó en las redes el gobernador Rubén Rocha: “Disfrute las vacaciones en santa paz, Sinaloa es un estado tranquilo…” No, gobernador, mientras Culiacán es el santuario de Los Chapitos, Sinaloa es el primer estado en el que, sin disimulos, el monopolio de la violencia lo tiene un cartel de narcotráfico.
Sustitución, Alfonso Zárate
AT