Silvia Pinal. Los golpes y las tragedias en la vida de la actriz

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Los últimos 14 meses ha sido trepidante y doloroso física y emocionalmente para Silvia Pinal, quien a sus 89 años de vida, ha demostrado ser un roble, como la calificó en su momento su hija Sylvia Pasquel.

Primero, en febrero de 2020, fue hospitalizada por problemas con la vejiga y dos meses después, en abril, sufrió una fractura de cadera tras una caída en su cuarto, por lo que le pusieron una prótesis.

“Sí, soy un roble, ojalá también un ahuehuete”, bromeó la actriz con EL UNIVERSAL, al salir del hospital.

Las recientes declaraciones de su nieta Frida Sofia, acerca de haber sido abusada por su abuelo Enrique Guzmán, expareja de Pinal, han hecho que muestre su temple una vez más.

“No soy indiferente a lo que sucede dentro de mi seno familiar. Frida, tu abuela te ama intensamente y nos necesitamos ambas”, señaló por medio de un comunicado.

¿Pero siempre ha sido así, con carácter para sortear las dificultades? De niña trabajó en el restaurante de su padre sirviendo las mesas, algo que le gustaba porque así conseguía dinero por las propinas.

Ya adolescente, cuando apenas tenía 17 años en su debut de cine (“Bamba”, 1939), el productor Miguel Contreras Torres le dijo que era una bruta y estúpida, porque no podía llorar en escena.

“Fue muy grosero conmigo ese viejo horroroso. Me regañaba mucho, digo, yo estaba muy verde, lo reconozco, pero de eso a que me gritara y regañara, era por ser violento”, recordó en una entrevista de 2019.

Esa “bienvenida” sólo la impulsó en su carrera. Contabiliza más de 100 producciones como actriz en cine y televisión, sin contar teatro. Tiene en sus vitrinas tres premios Ariel a Mejor Actriz (“Un rincón cerca del cielo”, “Locura pasional” y “La dulce enemiga”), además de uno de Oro popr su trayectoria que incluye cintas en Europa.

En cuestión de amores también ha padecido. Uno de sus primeros novios fue Manolo Fábregas, pionero y pilar del teatro en México. Fue feliz hasta que su mamá le preguntó si se había dado cuenta que el hombre usaba peluquín. Entonces se desilusionó y acabó el idilio.

A Gustavo Alatriste, uno de sus maridos, lo calificó la propia Pinal de gangster. Con él tuvo a Viridiana, joven actriz quien perdió la vida a los 19 años de edad en un accidente automovilístico.

Con Tulio Hernández, su última pareja en matrimonio, un edema cerebral de él acabó con todo.

Enrique Guzmán es tema aparte, pues con él  sostuvo una relación de nueve años, naciendo de ella Alejandra y Luis Enrique. En su autobiografía “Esta soy yo”, Pinal recuerda que Guzmán le fue infiel y además la golpeaba. Un día el cantante le aventó una pistola a la cara y le dijo que si ella quería matarlo, que lo hiciera de una vez. En algún momento él tomó el arma, disparó y la bala le pasó cerca a la actriz.

“Lo que pasó entre nosotros no fue solo culpa de él. Enrique hizo lo que quiso, y lo permití”, comenta en el libro.

Otro de los pasajes duros se dio en el 2000, cuando acusada por presunto fraude en contra de la Asociación Nacional de Productores de Teatro, por más de 9 millones de pesos, se autoexilió por 11 meses.

Había entonces ya sido presidenta de la ANDA y diputada federal en el PRI, pero ninguna rebatinga sindical o política, la preparó para una situación como esta.

Oculta en un automóvil logró salir del país y, en diciembre de ese mismo año, cuando las cosas se aclararon, regresó.

“Y llego como me fui, con mi nombre limpio”, exclamó durante su llegada al aeropuerto capitalino.

Antes de que la palabra saltara socialmente, Pinal ya era resiliente desde su adolescencia.

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