Sembrando vida: sobre una investigación etnográfica

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Recientemente la Secretaria de Cultura a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia y la Escuela Nacional de Antropología e Historia publicaron un libro en la colección Brújula que coordinó Elio Masferrer Kan que lleva por título Sembrando Vida: una investigación etnográfica acerca de programa forestal.

El libro agrupa investigaciones de María Patricia Monsiváis Galindo, Gabriel Pérez Millán, José Reyes Vargas Ricárdez, Yuyultzin Pérez Apango, Ricardo Álvarez Sevilla, Adriana Ferrer Reyes, María del Rocío Orozco Gaitán, Marcelo de Luca y de un equipo de la Escuela de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Sinaloa.

No es para nadie un secreto que el programa de reforestación más ambicioso de la historia reciente del país se encuentre en medio de múltiples contradicciones, pero sobre todo ataques por parte de diferentes grupos conservadores que han tachado al programa como uno de los grandes fracasos de la cuarta transformación, ¿Es acaso esto cierto?

Lejos de hacer planteamientos de escritorio, o peor aún, desde la comentocracia que un día se alquila y otro también para disminuir los logros de este gobierno, este grupo de investigadores, que ya habían realizado trabajo en campo en las regiones en donde el programa comenzó a operar, decidió hacer un estudio etnográfico dándole voz a quienes son los principales beneficiarios del programa, y sobre todo subrayar las críticas que estas voces realizan y los retos que ponen sobre la mesa.

La riqueza de este libro es excepcional al contener un relato, que, sin matices, cosa que se agradece, muestra la transformación que paulatinamente se está llevando a cabo en el tejido social que ha sido impactado por el programa Sembrando Vida, que intenta revertir los años de abandono y olvido del campo mexicano, y que en medio de este trayecto se va encontrando con serias dificultades.

No hay que olvidar que la subordinación estratégica que se estableció desde la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que entró en vigor aquella madrugada convulsionada del primero de enero de 1994 fue brutal. El desmantelamiento productivo del campo fue un eje esencial para el control de la soberanía nacional. Un elemento clave para poder subordinar a toda una población es precisamente controlar sus cereales básicos, en nuestro caso el maíz. Justo así quedó comprometida nuestra seguridad nacional.

Al abrir de par en par la importación del maíz con subsidio del gobierno de Estados Unidos, nuestros productores locales no tuvieron oportunidad de competir en precios, ya que en México se prohibieron los subsidios y los campesinos fueron abandonados a su suerte. Se les impidió además acceso a financiamiento barato para poder crear unidades productivas consolidadas. Eso provocó un enorme desgarre en el tejido social, el núcleo histórico que había logrado contener a las comunidades campesinas el ejido, estaba siendo atacado desde el factor productivo y desde proceso de privatización de la tierra.

Sus efectos han sido devastadores una expulsión de fuerza de trabajo altamente calificada en el campo hacia Estados Unidos, en un éxodo histórico que no tiene precedentes, además de la destrucción del tejido social producto de la intervención del crimen organizado coludido con autoridades de los tres niveles de gobierno para establecer una producción agrícola dedicada al narcotráfico.

La necropolítica no sólo estableció el control de áreas de cultivo como la marihuana o la amapola, que en su propia lógica también se hicieron de pozos de agua y generaron una erosión importante de tierras. Además, se hicieron del control de las tierras más productivas estableciendo una acumulación por despojo que estableció como jornaleros a aquellos antiguos propietarios comunales de tierra. Los degradó, y en muchos de los casos, ha esclavizado a inmigrantes para poder mantener su producción agrícola a bajo costo.

Mientras esto sucedía la cuna del maíz milenaria que es México fue perdiendo su capacidad productiva para autosustentar el consumo de maíz en el país, tuvo que recurrir a la importación, ya no sólo por los bajos precios sino además porque su capacidad productiva quedó hecha añicos, eso lo ha orillado a tener que importar maíz transgénico que tiene consecuencias directas en la salud de quienes lo consumen, aun así, se ha tenido que aceptar para forraje y alimento de ganado, aves y cerdos porque no se tiene la forma de suministrar las cantidades que se necesitan.

Aunado a eso, el calentamiento planetario ha llevado a una crisis sumamente importante al campo, mismo que podrá perder su capacidad productiva al empezar a erosionarse tierras que antes eran fértiles. La crisis ambiental mundializada está llegando a un punto inédito en la relación entre la naturaleza y la humanidad.

Es decir, hay razones muy profundas para lanzar una mirada panorámica, analizar sus primeras consecuencias y sobre todo empezar a observar los retos en el porvenir sobre este programa social, que desde nuestra perspectiva es un programa posneoliberal de desmercantificación germinal ecológica, el libro coordinado por Masferrer Kan apunta hacia ese escenario.

El salario estacional que los campesinos tienen por trabajar la tierra ha sido estudiado ya por muchos autores, mismos que dan cuenta que los procesos tan largos que tiene la tierra para producir los productos agrícolas dejan con un tiempo de trabajo impago a los campesinos que necesitan compensar acudiendo en la mayoría de los casos a las ciudades a emplearse mientras la cosecha se da. Este fenómeno que especialmente se vive en las comunidades indígenas, muestra como este proceso doble en donde en un tiempo viven de forma desmercantificada gracias a la producción dedicada al autoconsumo, pero con la limitación de acudir al mercado cuando esto es insuficiente para su reproducción social.

El programa Sembrando Vida interviene en este proceso y en la mayoría de los casos va acompañado de otros programas sociales como Jóvenes Construyendo el Futuro, generando mecanismos de transferencias monetarias, pero lejos de ser asistencialistas como el modelo neoliberal, lo que se busca es impulsar la capacidad productiva de núcleos agrarios de 2.5 hectáreas con la siembra de árboles frutales, maderables, maíz y frutos y verduras regionales. La forma de organización de este proceso se ha dado a través de una coordinación llamada Comunidades de Aprendizaje Campesino que debe ser analizada a mayor profundidad en el siguiente sexenio para potencializarla.

El libro detalla muy adecuadamente el choque no sólo entre las resistencias de algunas comunidades a regresar al mundo campesino debido a las experiencias traumáticas que surgieron desde la década de los noventa, sino especialmente en el choque entre el Estado y la comunidad que apenas empieza a mostrar signos de organización social.

Incluso se da cuenta del fracaso del modelo educativo neoliberal que logró alejar a los expertos y técnicos de las necesidades de las regiones, lo que ha llevado a un interesantísimo diálogo entre campesinos y agrónomos por poner un caso, que lejos está de no ser tenso.

El colectivo Brújula Metropolitana que coordinan Laura Nava y Fabian Zavala organizaron para este viernes 25 de agosto de 2023 a las 18:00 horas una presentación del libro en el Auditorio de la sede de la Autoridad del Centro Histórico de la Ciudad de México en República de Argentina #8. La presentación estará a cargo de Elio Masferrer Kan y habrá comentarios de Manuel Oropeza, Graciela Bravata, José Alfredo Alavez y un servidor.

Están invitados todos a este diálogo por la construcción de una alternativa posneoliberal.

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