Se requiere vocación para ser médico: Jaime G. González

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El 23 de octubre se celebra el Día del Médico en México, y para conocer un poco más del sentir de quienes se dedican a tan noble labor, acudimos a un consultorio.

Ahí nos atendió el doctor Jaime Gerardo González Prado, quien ponderó, se requiere de vocación y adoptar un estilo de vida para servir a los demás. 

Nació en Sahuayo, Michoacán. Egresado de la Universidad de Guadalajara, Generación 1972-78, tiene la especialidad de Ginecología; trabajó en el Hospital Civil de Guadalajara, y desde hace 20 años llegó a Puerto Vallarta, donde ha desarrollado una fructífera carrera, es casado y con tres hijos. 

NINGÚN PACIENTE DEJA DE OPERAR POR FALTA DE DINERO

Desde su infancia descubrió cuál sería su profesión, cuando tenía 6 años vio sufrir a su madre por una enfermedad, entonces los médicos cobraban 10 pesos la consulta, uno de ellos llegó, diagnosticó, era necesaria una operación, a lo que su padre dijo no contar con dinero para la cirugía, y el doctor no quiso darle ni siquiera algo para el dolor.

“Yo estaba atrás de la puerta… y dije, cuando sea grande nadie se me va a ir sin operarse, aunque no tenga dinero, y hasta la fecha regalo más de lo que cobro, pero quedo satisfecho”, advirtió.

Su preparación dice, no fue pesada; señala que lo primero que deben tener los médicos es vocación y disciplina. Reconoce, era un relajo, pero en cuanto entró se puso a estudiar, siempre con el 85 de promedio.

 “Esto no es una carrera, es un modo de vivir que te acompaña hasta la muerte, todavía estás en velatorio te están preguntando qué tomar porque les duele la cabeza”, compartió.

SIENTE BONITO NO LO LLAMEN POR SU NOMBRE, SOLO DOCTOR 

Entre risas  señaló que lo más difícil de ser médico, es cuando se van sin pagar, pero lo más fácil es: que un bebe nazca bien, tener un diagnóstico certero, no ser abusivo, y que la señora agradezca, pues son pacientes cautivos. 

Al salir de la facultad, recuerda, no tenía trabajo, no le gustaba que le dijeran doctor, pues se sentía mal; al entrar a la especialidad ya sintió bonito que no lo llamaran por su nombre, simplemente doctor.

“No soy como los artistas, que dicen que nacieron entre Dios y el hombre, yo soy el más humilde, y es una gran satisfacción que los pacientes me traigan gallinas, dulces y otros regalitos, porque significa que te dan parte de su corazón”, reconoció.

A más de 30 años de egresar, aún sigue en contacto con sus compañeros; conviven, ven cómo envejecen con dignidad y alegría, y se felicitaron mutuamente el fin de semana. El ser doctor dice, es una vida que le fascina.

Miguel González Guerra