Reír llorando el poema cómico que se convierte en trágico
Ayer mientras leía un libro que hablaba temas de la naturaleza humana, y de cómo se doblega nuestro frágil espíritu humano me hizo recordar. Entre tantos sub-temas vino a mi mente este bello poema que más adelante les compartiré, y digo bello porque es una joya de literatura y es orgullosamente escrito por un mexicano uno de nuestros grandes poetas de la época Porfirista . Reír llorando es un poema que vale la pena compartir porque es certero y a manera de reflexión nos hace pensar en lo fácil que se nos es juzgar a una persona por lo que está aparenta cuando muchas veces los que parecen más fuertes están hechos de pura debilidad, y los que aparentan una vida sin preocupaciones, rezan diario a un dios para que no los deje caer.
Vale mucho la pena ponernos un poco a pensar con las palabras de Juan de De Dios Peza, pues no siempre el que sonríe tiene el corazón alegre y no siempre el individuo que aparenta dureza es el ogro del cuento. Los dejo, espero les guste tanto como a mi este poema de nombre “Reír llorando”.
Viendo a Garrik —actor de la Inglaterra—
el pueblo al aplaudirle le decía:
«Eres el mas gracioso de la tierra
y el más feliz…»
Y el cómico reía.
Víctimas del spleen, los altos lores,
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores
y cambiaban su spleen en carcajadas.
Una vez, ante un médico famoso,
llegóse un hombre de mirar sombrío:
«Sufro —le dijo—, un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mío.
»Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importan mi nombre ni mi suerte
en un eterno spleen muriendo vivo,
y es mi única ilusión, la de la muerte».
—Viajad y os distraeréis.
— ¡Tanto he viajado!
—Las lecturas buscad.
—¡Tanto he leído!
—Que os ame una mujer.
—¡Si soy amado!
—¡Un título adquirid!
—¡Noble he nacido!
—¿Pobre seréis quizá?
—Tengo riquezas
—¿De lisonjas gustáis?
—¡Tantas escucho!
—¿Que tenéis de familia?
—Mis tristezas
—¿Vais a los cementerios?
—Mucho… mucho…
—¿De vuestra vida actual, tenéis testigos?
—Sí, mas no dejo que me impongan yugos;
yo les llamo a los muertos mis amigos;
y les llamo a los vivos mis verdugos.
—Me deja —agrega el médico— perplejo
vuestro mal y no debo acobardaros;
Tomad hoy por receta este consejo:
sólo viendo a Garrik, podréis curaros.
—¿A Garrik?
—Sí, a Garrik… La más remisa
y austera sociedad le busca ansiosa;
todo aquél que lo ve, muere de risa:
tiene una gracia artística asombrosa.
—¿Y a mí, me hará reír?
—¡Ah!, sí, os lo juro,
él sí y nadie más que él; mas… ¿qué os inquieta?
—Así —dijo el enfermo— no me curo;
¡Yo soy Garrik!… Cambiadme la receta.
¡Cuántos hay que, cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reír como el actor suicida,
sin encontrar para su mal remedio!
¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora,
el alma gime cuando el rostro ríe!
Si se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos nuestra planta pisa,
lanza a la faz la tempestad del alma,
un relámpago triste: la sonrisa.
El carnaval del mundo engaña tanto,
que las vidas son breves mascaradas;
aquí aprendemos a reír con llanto
y también a llorar con carcajadas.
Autor: Juan de Dios Peza nació el 29 de junio de 1852 en México y falleció el 16 de marzo de 1910. Fue un importante poeta del siglo XIX que además realizó labores como político.