Reflexiones cotidianas El purgatorio, la Divina Comedia I

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Por fin, Dante y Virgilio salen de los círculos infernales y en su Divina Comedia canta sobre aquel segundo reino donde el espíritu humano se purifica y se hace digno de subir al cielo; es el Purgatorio. Ahí se encontró con un anciano solitario, digno por su aspecto, digno de tanta veneración, como la que un hijo debe a un padre. Se refiere al Guardián del purgatorio llamado Catón, un pagano que ha sido nombrado por Dios guardián del pie del monte. En la zona baja de la pendiente (llamada “Antepurgatorio” por los comentadores), llegan dos clases principales de almas cuya penitente vida cristiana fue retardado o deficiente: Los excomulgados y los arrepentidos de forma tardía. Los Primeros son detenidos aquí por un periodo treinta veces de largo como su periodo de contumacia o terquedad. Los segundos incluyen a los demasiado perezosos o preocupados por su arrepentimiento, y aquellos que se arrepintieron en el último minuto sin haber recibido formalmente la unción de los enfermos, como resultado de muertes violentas. Estas almas serían aceptadas en el Purgatorio gracias a su genuino arrepentimiento, pero tendrían que esperar ahí por un tiempo igual al tiempo que permanecieron en la tierra.