La reelección de Xi y el laberinto chino
La celebración del XX Congreso Nacional del Partido Comunista Chino se da en el marco de la guerra comercial de Estados Unidos contra el gigante asiático y sobre la guerra en Europa que ha desarrollado la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra Rusia.
La base del conflicto es clara, el capitalismo está en crisis, su anterior mecanismo para reactivar la tasa de ganancia ha fallado, el neoliberalismo ha colapsado y sus consecuencias están siendo desastrosas en todo el mundo.
A esto habría que sumar la crisis derivada de la COVID-19 que desaceleró el crecimiento especialmente en China, a pesar de haber instalado un estado autoritario con un sistema de vigilancia tecnológico inédito para el manejo de la movilidad y el control social. La política de COVID Cero detuvo por completo muchos sectores industriales, y la exportación de productos se vio seriamente comprometida.
Eso no es todo, la crisis financiera que azota a China es de pronóstico reservado, y es que después del escándalo de Evergrande la confianza de los mercados financieros chinos ha ido en picada, el financiamiento hipotecario está enfrentado serios reveses derivado de la falta de compromiso de los desarrolladores para entregar los complejos a los que se comprometieron. La oferta y la demanda está en el sector de la construcción parece que obedeció más a la especulación que a las necesidades sociales y ante todo sus capacidades financieras, el gobierno chino no supo responder a tiempo y lo que se vive en este sector es una coladera que no tiene forma de taparse.
La guerra comercial que inauguró Trump empieza cobrar factura, las sanciones comerciales han ido limitando el crecimiento de capitales americanos en China y estableciendo mecanismos para emprender un proceso de reversión de la deslocalización que favoreció la región asiática durante los últimos 40 años.
Esto está teniendo dos consecuencias importantes, el abandono de regiones por parte de capitales americanos lo que está provocando un desempleo importante en varias áreas, no es que esta sea la principal causa, pero contribuye a alimentar los altos niveles de desempleo que existen en China. El centro del conflicto está dentro del capital industrial, que es el más lastimado por la dependencia de los mercados globales. Al empezar a restringirles el acceso a ellos, o sancionar a sus socios, la desaceleración se hizo presente, pero esto apenas comienza.
Paradójicamente fue China una de las principales beneficiarias de la deslocalización instaurado por el neoliberalismo, aunque se mostrará como un proceso de globalización, lo que había detrás eran capitales americanos generando tasas de ganancia muy importantes por la disminución de costos tanto en la fuerza de trabajo, materias primas y bajos impuestos. China pudo apalancar su industria gracias a este fenómeno, lo que hizo incrementar sus capitales lo que le está permitiendo disputar la hegemonía mundial.
Pero aún con todas las contradicciones que vive Estados Unidos, este todavía mantiene el control de la infraestructura que soporta el mercado mundial actualmente. Las reglas y los mecanismos de intercambio de mercancías pasan todavía por su sistema financiero, y eso le ha permitido grandes ventajas, además del control de acceso a los mercados. En medio de la caída de ganancia de los capitales americanos, estos han empezado a reorganizar una estrategia en donde China es el principal objetivo para mantenerla como un Estado subordinado a la lógica de Estados Unidos.
La provocación en Taiwán es el inicio de la escalada en el Pacífico. A ello hay que observar la forma en cómo van cercando sus ciudades financieras, ya que es un punto de partida para el control de la China continental. Los conflictos en Taiwán, Hong Kong y Macao serán claves para no permitir el desarrollo industrial, especialmente el militar, lo que los llevaría a sostener de una u otra forma una dependencia económica.
Si a esto se le agrega la debilidad estructural de China respecto de los recursos naturales estratégicos como el petróleo y el gas su dependencia energética pasa por alianzas con Irán y Rusia justo cuando estas están sufriendo presiones por la posibilidad de una guerra civil la primera y una guerra nuclear la segunda.
En otras palabras, le están colocando un escenario de suma inestabilidad al PCCh. Seguir gobernando sin una desestabilización social parece ser algo que ya no es tan factible. Se sabe que la política de COVID Cero ha generado un rechazo en su población, y que el desempleo puede empezar a generar movimientos de resistencia a las políticas de planificación económica.
Es en esta peculiar situación que se reelige por un tercer periodo a Xi Jinping. Lejos de la propaganda occidental que ha determinado que Xi Jinping es más parecido a Mao que a Deng para compararlo con un dictador lo que en el fondo se muestra en el PCCh es que existe la necesidad de producir una estabilidad dentro de un tercer mandato de Xi ya que puede ser más eficaz para sortear las múltiples crisis que tienen que afrontar en esta década.
Xi convocó a China a establecer un “espíritu de lucha” ante la posibilidad de “tormentas peligrosas” incluso habló de no dejarse amedrentar por los demonios, una de las directrices que muestran la preocupación del politburó se mostró en el llamado de unidad que realizó mantenerse como “una pieza de acero duro” entre el pueblo y la dirección del PCCh.
La oposición ante las barreras y muros que le están levantando a China desde la perspectiva de Xi deben combatirse, por eso se propondrá recuperar la formula de la globalización que les permitió a sus capitales expandirse. Por eso se emprenderá una lucha contra el proteccionismo.
El planteamiento de Xi para la recuperación económica pasa por dos fechas importantes, 2035 y 2050 la ruta que está estableciendo en este proceso habla de generar la capacidad de un mercado interno fuerte, en la medida que las sanciones se incrementen esto es completamente necesario, incluso el fortalecimiento de las llamadas high tech para enfrentar el futuro de los mercados digitales. Así como el fortalecimiento de la ciencia y tecnología para apuntalar su poderío industrial y militar.
En China se revela que se están preparando para tener condiciones de autosuficiencia en todos los sentidos, pero apuntan ante todo al sector industrial y militar, consolidar sus cadenas de suministro en dado caso que todas las fronteras se cierren, su tarea a 2035 es fortalecer ante todo su seguridad nacional para garantizar su seguridad territorial.
Recuperando la formulación maoísta, Xi estableció dentro del XX Congreso Nacional del PCCH que habría que “fortalecer integralmente la construcción del Partido dentro del Ejército Popular, garantizando que el fusil obedezca siempre sus mandatos”, preparando a la sociedad para posibilidad de la confrontación. El ejército del pueblo contará con un protagonismo muy importante esta próxima década. Justo porque las contradicciones internas y externas incrementaran como no lo hicieron en el siglo XX.
No hay que pensar ni remotamente que China ha sido vencida en el medio de las contradicciones actuales del capitalismo, pero tampoco hay que ser voluntaristas al pensar que la hegemonía americana está perdida, lo que vemos en el gran tablero son los intereses de capitales asentados a los Estados nacionales correspondientes que no están dispuestos a seguir sufriendo la caída de la tasa de ganancia. El capitalismo chino también exige guerra. El Siglo XXI se prepara para la catástrofe.