Recuerdan autoridades municipales al Padre de la Patria, Miguel Hidalgo

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TRIBUNA DE LA BAHÍA

Puerto Vallarta, Jal.- El presidente municipal interino, Rodolfo Domínguez Monroy, encabezó este lunes la ceremonia cívica con motivo del 207 aniversario luctuoso del ‘Padre de la Patria’ Don Miguel Hidalgo y Costilla, fusilado en Chihuahua un 30 de julio de 1811.

 

En la explanada del parque que lleva su nombre en esta ciudad, autoridades civiles y militares recordaron la vida de quien fuera uno de los iniciadores de la independencia de México, en voz de la titular del Instituto Municipal de la Mujer, Bertha Leticia Dueñas Aréchiga.

 

Nacido el 8 de mayo de 1753 en Corralejo, Guanajuato, Hidalgo estudió en una escuela secundaria jesuita donde obtuvo una licenciatura en teología y filosofía, y fue ordenado sacerdote en 1778. Ejerció en varias parroquias y ya entonces hablaba seis lenguas (español, francés, italiano, tarasco, otomí y náhuatl) y a su biblioteca empezaban a llegar las obras de autores franceses considerados entonces como contrarios a la religión y la corona española.

 

“Se movió entre amigos y ambientes en que se debatían con total libertad las ideas políticas de vanguardia, y llegó a ser denunciado a la Inquisición por expresar conceptos incompatibles con la religión. Su interés en el progreso económico de sus feligreses, por medio de la agricultura y sus convicciones políticas sobre la opresión del pueblo por parte de las autoridades españolas, hicieron que España pusiera sus ojos en él”, relató la funcionaria municipal.

 

Señaló que fue en 1809 que se unió a una sociedad que trabajaba en secreto, cuyo objetivo era gobernar la Nueva España en nombre del rey Fernando VII, para lograr la independencia de su país.

 

“Fueron muchos los logros del cura, entre ellos, conquistar muchas ciudades en las cuales firmó en un manifiesto que el objetivo de todas las luchas era lograr la independencia del país. El cura también decretó el reparto de las tierras a los indios y la abolición de la esclavitud, y de los tributos que caían en gran manera sobre indios y mestizos”.

 

Bertha Leticia Dueñas agregó que antes de ser ejecutado, Hidalgo pidió que no le vendaran los ojos ni le dispararan por la espalda como era la usanza al fusilar a los traidores, y le dispararan a su mano derecha la cual puso sobre su corazón. Fue fusilado al amanecer en el patio del antiguo colegio de los jesuitas en Chihuahua, entonces habilitado como cuartel y cárcel; su cadáver fue decapitado y su cuerpo enterrado en la capilla de San Antonio.

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