¿Cuál es la historia de Rebeca Méndez, “la loca” del muelle de San Blas?

Durante más de 40 años, Rebeca Méndez acudió al puerto de San Blas, Nayarit, vestida de novia, esperando el regreso de su prometido desaparecido en el mar
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Loca del Muelle de San Blas, Nayarit

Rebeca Méndez Jiménez fue una mujer originaria de San Blas, Nayarit, conocida por permanecer más de cuatro décadas esperando el regreso de su prometido desaparecido en el mar. Su historia, ocurrida a partir de 1971, inspiró la canción “En el muelle de San Blas”, del grupo mexicano Maná, lanzada en 1997.

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El caso comenzó cuando Rebeca tenía 22 años y estaba comprometida con un joven pescador llamado Manuel. Tres días antes de la boda, Manuel salió a faenar con otros compañeros desde la playa El Borrego, según narran cronistas e historiadores nayaritas. Durante esa jornada, una tormenta en el Pacífico —identificada como la tormenta tropical Priscilla— azotó la costa. El grupo no regresó y no se encontraron cuerpos.

El día que debía celebrarse la boda, Rebeca se presentó en la playa vestida de blanco. A partir de ese momento, comenzó a acudir regularmente al muelle con la misma ropa, convencida de que Manuel volvería. Con el paso de los años, su comportamiento fue considerado extraño por parte de algunos habitantes, lo que llevó a que se le apodara “la loca del muelle de San Blas”.

Durante todo ese tiempo, Rebeca sobrevivió vendiendo ropa tejida para muñecas en la plaza del pueblo. También se sabe que trabajó en restaurantes y casas particulares. Vivía sola y no tenía familiares cercanos. Su presencia se volvió habitual para quienes vivían o visitaban San Blas.

Fue en los años noventa cuando Fher Olvera, vocalista del grupo Maná, la conoció en persona y se interesó en su historia. La banda decidió escribir una canción basada en su caso, lo que atrajo la atención del público y convirtió a Rebeca en una figura reconocida a nivel nacional.

Con el tiempo, algunos familiares la contactaron e intentaron brindarle ayuda. En una ocasión, la llevaron al panteón local conocido como el cementerio de la marinera. Al ver las cruces, Rebeca pensó que Manuel estaba enterrado allí. Posteriormente le explicaron que las personas que mueren en el mar muchas veces no tienen tumba, información que la afectó profundamente.

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Rebeca Méndez murió en septiembre de 2012, a los 63 años. Tras su fallecimiento, sus cenizas fueron arrojadas al mar por autoridades locales. Habitantes de San Blas han propuesto levantar un monumento en su honor, como forma de preservar su historia y el recuerdo de una espera que marcó al pueblo por generaciones.

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Efrén Urrutia