Pronósticos de la economía mexicana para 2026

Factores internos y externos determinarán en 2026 una recuperación económica moderada. Tras la desaceleración en 2024 y 2025
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El año 2026 presenta un panorama de recuperación económica moderada para México, condicionado por factores internos  como la política fiscal, la inversión y el mercado laboral, y externos como la demanda de socios comerciales, la evolución de las tasas de interés internacionales y el panorama geopolítico.

Tras la desaceleración observada en 2024 y 2025, causada por choques externos, menor demanda de exportaciones y presiones inflacionarias, la economía mexicana llega a 2026 con una moderada expectativa de recuperación.

La inflación ha mostrado señales de moderación respecto a sus picos, lo que abre espacio para una política monetaria más gradual.

Al mismo tiempo, la inversión privada se ha visto afectada por la incertidumbre regulatoria y la cautela empresarial, lo que limita la velocidad de la reactivación.

Para 2026 los pronósticos convergen hacia un crecimiento moderado. Las estimaciones de organismos multilaterales y encuestas al sector privado sugieren un rango de expansión del PIB entre 1.2 % y 1.7 %.

Este crecimiento, aunque superior al observado en el año previo, sigue siendo bajo en comparación con las metas históricas deseables para impulsar empleo y bienestar.

Se espera que la inflación general y la subyacente continúen su proceso de convergencia hacia la meta de inflación del Banco de México.

Si las presiones inflacionarias internacionales siguen cediendo y el comportamiento de los precios locales se modera, Banxico podría avanzar gradualmente en una normalización de tasas de interés, reduciendo el costo del crédito de forma paulatina y cauta durante 2026.

La recuperación del empleo formal será un determinante clave del consumo. Las previsiones apuntan a una mejora lenta pero sostenida del empleo formal, con incrementos graduales en el número de asegurados ante el IMSS.

Esta evolución permitirá un soporte moderado al consumo privado, aunque la recuperación del poder adquisitivo real dependerá de la evolución de los salarios reales y de la inflación.

La inversión fija bruta debería beneficiarse de condiciones financieras más favorables si las tasas comienzan a descender.

No obstante, el dinamismo de la inversión dependerá en gran medida de la claridad regulatoria, la seguridad jurídica y las iniciativas públicas para impulsar infraestructura.

En materia exterior, la demanda de Estados Unidos y las condiciones en cadenas de suministro internacionales serán decisivas para las exportaciones mexicanas.

La consolidación fiscal seguirá siendo una prioridad para mantener la sostenibilidad de la deuda pública.

Aunque el espacio fiscal es limitado, se espera que las autoridades busquen un balance entre la prudencia fiscal y la necesidad de inversiones públicas productivas que favorezcan el crecimiento a mediano plazo.

Los sectores con mayor potencial en 2026 serán: manufactura en cadenas de valor near‑shoring: la relocalización de partes de cadenas de suministro puede favorecer a industrias manufactureras exportadoras, especialmente automotriz, electrónica y autopartes.

Las energías renovables e infraestructura: proyectos en energía limpia y modernización de infraestructura pueden atraer inversión y generar empleo.

Los servicios con alto contenido tecnológico: digitales, financieros y logísticos, que aprovechan la demanda regional y la digitalización de empresas.

Los riesgos principales: choques externos: una recesión en Estados Unidos o desaceleraciones globales reducirían significativamente la demanda de exportaciones.

Persistencia de la inflación: si la inflación no converge, Banxico tendría que mantener tasas altas más tiempo, encareciendo el crédito.

Incertidumbre regulatoria y seguridad jurídica: pueden frenar la inversión privada y la llegada de capitales productivos.

Restricciones fiscales: limitan la capacidad del gobierno para impulsar estímulos en caso de choque adverso.

Los escenarios para 2026: escenario optimista: PIB entre 1.6 % y 1.8 %, inflación controlada, mayor inversión privada y creación sostenida de empleo formal.

El próximo será un año de recuperación moderada para México, con crecimiento limitado pero condiciones que podrían mejorar si se cumplen ciertas condiciones internas y externas.

La convergencia de la inflación hacia la meta, políticas fiscales prudentes y medidas para mejorar la inversión productiva y la seguridad jurídica serán determinantes para que el país logre un crecimiento más sostenido.

En un entorno global incierto, las políticas públicas orientadas a fortalecer la productividad y la confianza empresarial marcarán la diferencia para transitar de una recuperación tenue a un crecimiento más robusto.

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