Población económicamente activa y el empleo

En los últimos 12 meses, el empleo formal creció apenas 0.9%, lo que equivale a 194 mil plazas adicionales. Este avance anual es el más débil desde 2021
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El mercado laboral mexicano ha comenzado a mostrar, sin margen para interpretaciones optimistas, los efectos del enfriamiento económico.

Los datos más recientes del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), correspondientes a noviembre, confirman una pérdida clara de dinamismo en la creación de empleo formal.

Aunque la generación de 48 mil 595 puestos puede parecer razonable en términos absolutos, su comparación histórica revela una realidad distinta: se trata del registro más bajo para un mes de noviembre desde 2020, muy por debajo de los niveles observados en 2022 y 2023.

Esta desaceleración no es un fenómeno aislado ni atribuible únicamente a factores estacionales. En los últimos 12 meses, el empleo formal creció apenas 0.9%, lo que equivale a 194 mil plazas adicionales.

Este avance anual es el más débil desde 2021 y contrasta con el periodo de recuperación pospandemia, cuando las tasas de crecimiento se ubicaban cómodamente entre 3% y 6%.

La economía continúa generando empleo, pero lo hace a un ritmo mínimo, insuficiente para absorber el crecimiento de la población económicamente activa.

Incluso los puestos permanentes, que alcanzan un máximo histórico cercano a los 19.8 millones, muestran una trayectoria de menor impulso.

Por su parte, el empleo eventual, tradicionalmente considerado un termómetro inmediato del ciclo económico, ha aportado muy poco durante los últimos meses, reforzando la señal de enfriamiento generalizado.

El balance acumulado del año refuerza esta lectura. Entre enero y noviembre se crearon 599 mil 389 empleos formales. Aunque esta cifra ha sido presentada en el discurso oficial como evidencia de fortaleza, resulta claramente inferior al desempeño de años recientes.

En 2021, 2022 y 2023, el acumulado a noviembre superó con holgura los 800 mil puestos. Las propias gráficas del IMSS muestran que 2025 registra el nivel más bajo de creación de empleo desde la pandemia.

El análisis sectorial permite comprender mejor la magnitud del ajuste. Algunos sectores mantienen un desempeño positivo, como transportes y comunicaciones, con un crecimiento anual de 10.8%, comercio con 2.6% y electricidad con 2.3%.

Sin embargo, estas expansiones no compensan la debilidad de ramas con mayor peso en el empleo urbano. La manufactura registra una contracción de 1.9%, la construcción cae 3% y el sector agropecuario pierde 5%.

Estas actividades han sido históricamente pilares del empleo formal y su deterioro tiene efectos multiplicadores en la economía.

La desaceleración no apareció de forma súbita en noviembre. Desde agosto se observaban señales claras de pérdida de tracción, aunque en ese momento aún podían atribuirse a factores transitorios.

Hoy, la tendencia es evidente y difícil de disimular. Si el empleo fuera un corredor, inició el año con una zancada amplia y ahora avanza con pasos cortos: no se ha detenido, pero dejó de acelerar.

El cierre del año añade un elemento adicional de presión. Diciembre es, tradicionalmente, el mes más exigente del calendario laboral. La estacionalidad provoca cada año la pérdida de entre 280 mil y 380 mil puestos debido a la terminación de contratos temporales. Con el enfriamiento actual, el ajuste de 2025 podría ubicarse entre 370 mil y 410 mil empleos.

De materializarse este escenario, el país cerraría el año con una creación neta cercana a 200 mil nuevos puestos, nuevamente la cifra más baja desde la pandemia.

El estancamiento no se limita al mercado formal. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI, en octubre la población ocupada total fue 0.1% menor que un año antes.

Al mismo tiempo, la informalidad alcanzó 55.7% de la ocupación, una de las proporciones más elevadas registradas. Ambas señales apuntan hacia una misma dirección: la incapacidad del mercado laboral para generar empleos suficientes y de calidad.

En contraste, el salario base de cotización mantiene un desempeño sólido. En noviembre se ubicó en 624.9 pesos diarios, el nivel más alto para un mes similar desde que existe registro, con un aumento nominal anual de 7%.

Esta evolución representa una buena noticia para los trabajadores, pero también implica mayores costos para los sectores intensivos en mano de obra. En un contexto de bajo crecimiento, este factor puede inhibir nuevas contrataciones y profundizar el estancamiento.

El arranque de 2026 dependerá en buena medida de la capacidad de enero para recuperar parte del terreno perdido. En un año típico, el rebote de inicio de año aporta entre 60 mil y 120 mil empleos.

Sin embargo, si el enfriamiento persiste, ese colchón podría resultar insuficiente. El riesgo no es un colapso abrupto, sino algo más complejo de revertir: un estancamiento crónico del mercado laboral.

Un mercado que no cae, pero tampoco avanza, limita el potencial de crecimiento económico y reduce las oportunidades de bienestar. Los datos ya trazaron la advertencia. La pregunta central es si esta señal será atendida a tiempo o si la desaceleración terminará por convertirse en la nueva normalidad del empleo en México.

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