Guía de platillos para tu ofrenda de Día de Muertos: ¿Cuáles son esos alimentos que no pueden faltar en tu altar?

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El Día de Muertos es una de las tradiciones más queridas de México, y la comida juega un papel central en las ofrendas dedicadas a quienes ya partieron.
En el altar de Día de Muertos, la comida trasciende lo material: es un puente entre los vivos y los muertos. Cada platillo tiene un significado especial y, según la costumbre, su aroma y sabor ayudan a guiar a las almas de regreso al mundo de los vivos.
Colocar comida en la ofrenda también es una manera de agradecer y compartir con quienes ya partieron. Este acto reafirma la importancia de la memoria, la convivencia y el respeto por las tradiciones ancestrales.
Aunque cada familia adapta su altar a los gustos del ser querido, hay ciertos alimentos que no pueden faltar en una ofrenda tradicional.

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Platillos que van en el altar del Día de Muertos
Pan de muerto, el símbolo más dulce
El pan de muerto es, sin duda, el elemento más representativo. Su forma circular simboliza el ciclo de la vida y la muerte, mientras que las tiras en forma de huesos recuerdan los restos humanos. Espolvoreado con azúcar o ajonjolí, este pan suele colocarse junto a una taza de chocolate o café caliente.
Atole y chocolate caliente, bebidas de tradición
El atole, hecho con maíz, canela y piloncillo, acompaña desde tiempos prehispánicos las celebraciones dedicadas a los difuntos. El chocolate caliente, por su parte, simboliza la calidez y unión familiar, siendo la pareja perfecta del pan de muerto.
Tamales y mole, esencia del festín mexicano
Los tamales, dulces o salados, representan el alimento de la vida. Su base de maíz los convierte en un símbolo de origen y continuidad.
El mole, por otro lado, es un platillo de fiesta y devoción. Su aroma intenso se dice que atrae a las almas al altar, recordándoles el sabor de los grandes banquetes.
El platillo favorito del difunto
Toda ofrenda incluye el guiso que más disfrutaba el ser querido. Puede ser pozole, enchiladas, barbacoa, cochinita pibil o chiles en nogada. Esta elección personal hace único cada altar y refuerza el vínculo con quien se recuerda.
Dulces y frutas para endulzar el reencuentro
Los dulces típicos como las calaveritas de azúcar, los camotes, las cocadas o las alegrías de amaranto representan la dulzura de la vida. También se colocan frutas de temporada como naranjas, mandarinas, plátanos, guayabas y cañas, que purifican el ambiente con su aroma fresco.
Bebidas para brindar con los que regresan
Además del atole, muchas familias incluyen las bebidas favoritas del difunto: tequila, mezcal, pulque, vino o cerveza. Se cree que el espíritu disfruta del aroma y la esencia de lo que alguna vez lo acompañó en vida.

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¿Por qué se coloca comida en el altar de Día de Muertos?
La tradición de ofrecer alimentos tiene raíces indígenas. En culturas mesoamericanas, los muertos eran honrados con comidas y objetos que los acompañaban en su viaje al Mictlán, el inframundo.
Con la llegada de las costumbres católicas, esta práctica se fusionó y persistió como un vínculo entre vivos y muertos: la comida dejó de ser un simple objeto material y se convirtió en un símbolo de encuentro.
Por ello, cuando se coloca pan de muerto, tamales, mole o calabaza en el altar, no es solo un gesto estético. Es un sustento simbólico, un recuerdo que “invita” al difunto a regresar durante esos días.
Estos elementos celebran la alegría de la vida, el gusto compartido y, al ser en muchos casos perecederos, recuerdan la fragilidad humana y el paso del tiempo.
El altar de Día de Muertos no solo es una expresión de amor, sino también un homenaje a la gastronomía mexicana, donde cada ingrediente cuenta una historia.
Pan, mole, frutas y dulces conforman un banquete que, más que alimentar, celebra la memoria y el regreso simbólico de quienes nunca se olvidan.
