Las perlas en Bahía de Banderas

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Postal de Puerto Vallarta

La región de Bahía de Banderas, ubicada en lo que hoy conocemos como el estado de Nayarit, a minutos de Puerto Vallarta, guarda un secreto precioso en su pasado: la extracción de perlas. Desde tiempos prehispánicos, los indígenas de esta zona explotaban un banco perlífero en las cercanías de las Islas Marietas, un tesoro que ha ejercido una fascinación duradera a lo largo de la historia.

Las perlas, con su calidez y brillo nacarado, se han considerado objetos preciados desde tiempos remotos, y la región de Bahía de Banderas no fue la excepción. El cronista Domingo Lázaro de Arregui, testigo de la pesca de perlas, mencionó incluso un ejemplar del tamaño de un hueso de ciruela que causó gran expectación en el siglo XVII.

España y la explotación de perlas en Bahía de Banderas

La llegada de los conquistadores al Valle de Banderas no pasó desapercibida para estos pequeños tesoros marinos. Los españoles intercambiaban cuentas de vidrio, espejuelos y otros artículos sin valor con los indígenas por estas preciadas perlas. Además, se informaban de los sitios costeros donde se capturaban las ostras, otro recurso valioso en la región.

Un momento crucial en la historia de las perlas en Bahía de Banderas se registra en un informe escrito el 26 de noviembre de 1584 por el teniente Alcalde Mayor de Compostela, Lázaro Blanco, con la asistencia del escribano Antonio Muñoz. En este informe, se destacaba la economía de la región, que incluía perlas, cacao, sal, mariscos y ganado, y se mencionan los ricos bancos perleros de la costa de Bahía de Banderas. Estas joyas eran gravadas con el quinto real, lo que significaba que una parte de sus ganancias fluía hacia la metrópoli española.

Las perlas de esta región, junto con otras riquezas marinas de las Islas Marietas y Marías, se embarcaban rumbo a España. Estas exportaciones contribuyeron a que la ciudad de Sevilla se convirtiera en un importante centro perlífero, superando a la metrópoli veneciana y compitiendo con las ricas ciudades flamencas. Gonzalo Fernández de Oviedo lo expresó con asombro al mencionar los millones de pesos, la plata y los tesoros que llegaban desde las Indias a España, incluyendo perlas y otros productos.

Comercio de perlas de la bahía en el siglo XIX

El comercio de las perlas en la región de Bahía de Banderas se mantuvo lucrativo durante la época virreinal y continuó en la segunda mitad del siglo XIX. El empresario Eustaquio Barrón, radicado en Tepic y cónsul británico en el Séptimo Cantón de Jalisco, desempeñó un papel crucial en este comercio. Barrón adquiría todas de los barcos perlíferos desde la región de la costa de Bahía de Banderas hasta las Californianas.

Según Jean Meyer, la adquisición de perlas fue tan productiva que Eustaquio Barrón estableció un taller de aljófar en el puerto de San Blas. Allí se engarzaban y se convertían en ricos collares para su venta en Europa. El éxito fue tal que años después, Catalina Barron de Escandón deslumbró a la Corte francesa con un collar de estas perlas, que fue adquirido por la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa del emperador Napoleón III. Catalina Barrón con orgullo afirmó que la joya procedía del puerto de San Blas.

Los inventarios parroquiales de Tepic, Xalisco, Jala y Valle de Banderas nos brindan un vistazo a la riqueza de la región en ese momento. Se mencionan numerosas alhajas, incluyendo collares de perlas, zarcillos y pulseras que adornaban las esculturas patronas de los templos parroquiales. Incluso la escultura de Nuestra Señora del Rosario de Tintoque llevaba puesto un rosario de perlas. En la Catedral de Tepic, se describe un cáliz de plata dorado con un círculo de perlas en su copa, según los registros de Pedro López González.

En décadas recientes aún algunos buzos de la región, al abrir conchas llegaron a sorprenderse por encontrar perlas.

La historia de las perlas en Bahía de Banderas es un capítulo fascinante de la riqueza y la cultura de esta región a lo largo de los siglos. Estos pequeños tesoros marinos, que en su momento deslumbraron a reyes y emperatrices, siguen siendo un testimonio de la belleza y el valor que la naturaleza puede ofrecer, y de cómo influyeron en la historia y la economía de este rincón del mundo.

 

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Danna Sabido