Peregrinaciones Guadalupanas: ¿En qué fecha nació esta tradición de Puerto Vallarta?
En Puerto Vallarta, la devoción a la Virgen de Guadalupe se manifiesta con fervor cada diciembre, cuando las calles del centro de la ciudad se llenan de fieles que participan en las tradicionales peregrinaciones guadalupanas. Aunque esta tradición es ampliamente conocida y celebrada, su origen en la localidad sigue siendo un tema de discusión.
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De acuerdo con el cronista de la ciudad, Juan Manuel Gómez Encarnación, es posible que las peregrinaciones guadalupanas hayan iniciado a principios de la década de 1940, cuando llegó a Puerto Vallarta el Sr. Cura Rafael Parra Castillo. Sin embargo, no existe certeza documental sobre el momento exacto en que comenzaron.
“Es una hipótesis que conecta el fervor religioso de la comunidad vallartense con la labor pastoral del Padre Parra Castillo, quien llegó a la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe en una época de consolidación espiritual y comunitaria en el pueblo”, señala el cronista.
En ese tiempo, Puerto Vallarta era aún un pequeño poblado pesquero, donde las expresiones religiosas ocupaban un lugar central en la vida cotidiana. La parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, cuya emblemática estructura con la corona de estilo renacentista es ahora un símbolo icónico de la ciudad, ya comenzaba a consolidarse como el epicentro de la fe guadalupana.
Las peregrinaciones, como práctica devocional, han evolucionado con los años, pero conservan el espíritu original: grupos de familias, asociaciones y comunidades caminan hasta la parroquia, llevando flores, rezando y cantando en honor a la Virgen de Guadalupe. Durante los días previos al 12 de diciembre, las calles se llenan de color, música y el aroma de los altares decorados, mientras los fieles renuevan su compromiso de fe.
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A pesar de que el inicio exacto de esta tradición permanece en el terreno de las conjeturas, lo que sí es indudable es que las peregrinaciones han tejido la identidad cultural y religiosa de Puerto Vallarta. Esta manifestación sigue siendo un punto de encuentro entre generaciones y un recordatorio del vínculo que une a los vallartenses con su historia y su fe.
Hoy en día, las peregrinaciones guadalupanas no solo reúnen a los habitantes locales, sino también a turistas que se suman a esta celebración como testigos de una tradición que, más allá de su origen incierto, permanece viva y latente en el corazón de la comunidad.