Historia de la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Tintoque: Un legado de fe en Valle de Banderas (Parte I)

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Postal de Puerto Vallarta

La Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Tintoque, enclavada en el corazón de Valle de Banderas, es un tesoro histórico con raíces que se remontan al siglo XVI. A lo largo de los años, este santuario religioso ha experimentado una transformación sorprendente, dejando una marca indeleble de fe y comunidad que perdura a través de las generaciones, aún se venera esta imagen en el poblado que da nombre a la región, es la imagen religiosa traída por los evangelizadores católicos más antigua en la zona. 

En el siglo XVI, Valle de Banderas estaba bajo la tutela espiritual del convento de San Juan Bautista de Xalisco. Sin embargo, un giro trascendental ocurrió en 1540 cuando la región pasó a formar parte de la parroquia de Santiago de Compostela. Este cambio marcó el inicio de una nueva era en la historia religiosa de Valle de Banderas.

Un momento crucial en la historia de la parroquia se dio el 25 de julio de 1608, cuando la administración pasó a manos del convento del Apóstol Santiago de Chacala. En ese momento, fray Luis Morán asumió como guardián de la región. Este religioso, originario del convento de Autlán de la Grana, dejó una huella imborrable en Valle de Banderas. Bajo su liderazgo, se construyó una iglesia en Chacala y se erigió un hospital para la población indígena local, mostrando su profundo compromiso con la comunidad.

La influencia de la familia Dávalos y Bracamonte también se hizo sentir en esta época, ya que promovieron la creación de capellanías en la región debido a su interés en las heredades de cacao que poseían. Este apoyo resultó fundamental para el crecimiento y desarrollo de la parroquia.

La transformación religiosa de Valle de Banderas en el siglo XVII

A lo largo del siglo XVII, varios guardianes lideraron la parroquia de Valle de Banderas, incluyendo a fray Diego Gutiérrez, Pedro de Zeta y Luis Navarro, entre otros. Estos devotos religiosos desempeñaron un papel crucial en la atención de las necesidades espirituales de la región, fortaleciendo la presencia de la fe en la comunidad.

A medida que el tiempo avanzaba, los detalles sobre la transición de la administración conventual de los franciscanos del convento de Chacala a la administración parroquial en la ciudad de Compostela se volvieron más escasos. No obstante, se registra que el 24 de octubre de 1708, el bachiller don Pedro Rodríguez Gutiérrez asumió el cargo de párroco en Valle de Banderas, con la cabecera parroquial en el pueblo de Trinichoque, donde se estableció una cofradía del Santísimo Sacramento.

En 1770, un censo proporcionó información valiosa sobre la parroquia de Valle de Banderas, que en ese momento formaba parte de la Alcaldía Mayor de Compostela en su administración civil. La cabecera parroquial estaba en el pueblo de Santiago Timicchocilias, y el señor cura don Lorenzo Arriola era el encargado, recibiendo $230 pesos en emolumentos.

Sin embargo, uno de los momentos más significativos en la historia de la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Tintoque ocurrió a principios de 1855. En ese periodo, surgió la necesidad de construir un nuevo edificio para la iglesia, con el propósito de albergar la venerada imagen de Nuestra Señora del Rosario del Tintoque. Desde entonces, esta sagrada escultura mariana se convirtió en la patrona de la parroquia y de la comunidad religiosa local.

Reorganización parroquial de Valle de Banderas en 1855

En agosto de 1855, el Obispo de Guadalajara, don Pedro Espinosa y Dávalos, emitió un decreto que reconfiguró la extensión territorial de la parroquia, incluyendo los poblados de Valle de Banderas, Huicicila, Jaltemba, Chila, Guajolotes, Sereneros, El Naranjo, Las Varas y Sima en su jurisdicción.

Este cambio significativo conllevó una mayor responsabilidad para el párroco local, quien debía atender las necesidades espirituales de la región, especialmente en momentos de gran necesidad. A pesar de la escasa población durante la primera mitad del siglo XIX, se tomaron medidas para asegurar la atención espiritual adecuada en Valle de Banderas.

Durante este periodo, debido a la limitada población local, los curatos de Compostela y San Sebastián del Oeste, Jalisco, asumieron la administración parroquial. Esto llevó a que don Ramón Ramos, párroco del curato de San Sebastián, convocara una importante reunión de vecinos de Valle de Banderas el 18 de febrero de 1857. Los habitantes de los ranchos locales se reunieron para abordar la preocupante condición de la iglesia parroquial, que se encontraba en un estado avanzado de deterioro, siendo un edificio de adobe, con techo de teja, sin tapanco, torre y campanas sostenidas en dos horcones.

La reunión se celebró en la casa particular de don Agustín Flores y contó con la presencia de autoridades locales, como don Manuel Gradilla y el Juez don Juan Nava. La comunidad estuvo representada por numerosos residentes, incluyendo a Cecilio Flores, Danuario Carvajal, Bernardino García, Juan Padilla, Julio Mariscal, José Rivera, Florentino Moreno, Manuel Carbajal, Antonio Ramírez, Ignacio Lozano y Cleto Carbajal.

Uno de los puntos centrales de discusión en la asamblea fue la residencia del presbítero encargado de administrar los sacramentos, así como la posibilidad de cambiar su lugar de residencia a uno con un clima más saludable. En respuesta, el cura don Ramón Ramos propuso trasladar al sacerdote al poblado de El Zapatón, que ofrecía un clima benigno y agua de mejor calidad.

Se informó que la jurisdicción eclesiástica abarcaba varios poblados, incluyendo Los Algodones, Jalisquillo, Ojo de Agua, El Colmo, El Colesio, San Juan, La Jarretadera, El Veladero, La Ordeña, San Miguel, El Coapinole y El Pueblo.

En búsqueda de un hogar espiritual

El 27 de febrero de 1857, se decretó oficialmente a El Zapatón como el lugar ideal para la residencia del presbítero encargado del paso espiritual. Sin embargo, el 1 de marzo de 1871, surgieron nuevas discusiones sobre el sitio para construir la iglesia y la casa cural. El señor cura don Mariano Inda, párroco de Compostela, expresó su descontento con El Zapatón como ubicación y sugirió El Pueblo como una alternativa más adecuada.

Además, la comunidad de diez ranchos y las comunidades de El Pitillal y Las Peñas (hoy conocido como Puerto Vallarta) estuvieron de acuerdo en ayudar en la construcción del nuevo templo parroquial, a pesar de que el territorio estaba habitado por entre 150 y 200 personas en ese momento.

La historia de la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Tintoque es un testimonio invaluable de la evolución religiosa y comunitaria de Valle de Banderas a lo largo de los siglos. A través de cambios, desafíos y momentos significativos, esta parroquia ha mantenido su compromiso con la fe y la comunidad, dejando un legado que sigue siendo parte integral de la identidad de la región. Hoy en día, continúa siendo un lugar de culto y devoción, enriqueciendo la vida espiritual de sus fieles.

Este legado centenario sigue inspirando a quienes lo conocen, recordándonos la importancia de la fe y la comunidad en la historia y el presente de Valle de Banderas.

 

*Con información de Pedro López González

Danna Sabido