El Parque de los Azulejos: Arte y color en Puerto Vallarta
La plaza Lázaro Cárdenas de Puerto Vallarta ha sido transformado en un verdadero oasis de arte y color en la Zona Romántica, gracias al proyecto “El Parque de los Azulejos”. Este innovador proyecto, liderado por la talentosa artista Natasha Moraga, ha convertido las bancas y pilares en auténticas obras maestras de mosaico.
En este artículo, exploraremos la inspiración detrás de esta intervención artística y el impacto que ha tenido en la comunidad.
Es un sitio lleno de historia, aquí estuvo la primera pista de aterrizaje, campo deportivo de beisbol y la Casa Agraria, a mediados del siglo pasado. En 1970 se construyo la plaza, en 1989 fue remodelada y finalmente transformada en el 2005 cuando hicieron el estacionamiento subterráneo.
Natasha Moraga, artista de 37 años, con nacionalidades mexicana y estadounidense, es la mente creativa detrás de “El Parque de los Azulejos”. Su amor por el arte y su deseo de embellecer su entorno la llevaron a concebir este proyecto. Comenzando con un muro de 200 metros cuadrados en el Jardín de Niños Emiliano Zapata, Natasha demostró su talento y dedicación. Con el permiso del Departamento de Cultura de Puerto Vallarta, inició su trabajo y se dio cuenta de que esa era su verdadera vocación.
Impulsada por el éxito de su primera obra, emprendió proyectos aún más ambiciosos, como el muro de 500 metros cuadrados en Marina Vallarta y las maxiletras de Puerto Vallarta en el acceso norte de la ciudad. Ahora, con “El Parque de los Azulejos“, la artista ha llevado su visión artística al siguiente nivel.
Plaza Lázaro Cárdenas: Un parque lleno de simbología y significado
“El Parque de los Azulejos” no es solo una colección de piezas artísticas, sino que está cargado de simbolismo y significado. Cada rincón del parque ha sido cuidadosamente diseñado para reflejar la geometría sagrada y el equilibrio entre el ying y el yang, lo masculino y lo femenino. Los pilares del kiosco representan las cuatro direcciones de la cosmogonía prehispánica: el agua, el fuego, la tierra y el aire.
Además, el parque cuenta con 66 bancas, cada una con un diseño y concepto únicos. Estas bancas están conectadas por áreas de transición de colores, creando una armoniosa unión entre ellas. En los extremos del parque, dos colibríes, uno blanco y otro negro, simbolizan la libertad interna y externa. Todo el trabajo de modelado con concreto es realizado por el talentoso escultor Oscar Ricardo.
Un proyecto comunitario y solidario para Puerto Vallarta
Natasha Moraga no está sola en este proyecto. Ella imparte un taller mensual y sus aprendices se encargan de decorar las macetas y columnas del parque. Una vez que los aprendices dominan la técnica, se ofrecen como voluntarios y colaboran en las tareas en curso. Algunos, llevan años participando activamente y dedican una gran cantidad de su tiempo al proyecto.
El trabajo en las bancas ha sido posible gracias a los generosos patrocinadores, tanto particulares como negocios locales. Los habitantes de Puerto Vallarta se han unido para hacer donaciones y embellecer su ciudad. Cada una de las bancas cuenta con una placa que muestra el nombre de su patrocinador, dejando un legado tangible de apoyo y compromiso con el arte y la comunidad.
“El Parque de los Azulejos” es mucho más que una exhibición artística. Es un regalo para los sentidos y un espacio que une a la comunidad en torno a la belleza y la creatividad. Los residentes y visitantes de Puerto Vallarta pueden disfrutar de un paseo por este parque único, maravillándose con los detalles de cada obra y sintiendo la energía y el significado que trascienden más allá de las superficies.
La transformación de la plaza Lázaro Cárdenas es un testimonio del poder del arte para cambiar y mejorar nuestras vidas. Gracias a artistas visionarios como Natasha Moraga y el apoyo de la comunidad, Puerto Vallarta se convierte en un destino aún más atractivo, donde el arte y la cultura se funden con la naturaleza.
En conclusión, “El Parque de los Azulejos” es un proyecto artístico que ha dado nueva vida a este punto en la zona romántica de Puerto Vallarta. Con su rica simbología y su enfoque comunitario, ha demostrado el impacto positivo que el arte puede tener en la transformación de espacios públicos y en la creación de un sentido de pertenencia. Este proyecto es un recordatorio de que el arte puede ser un catalizador poderoso para el cambio social y una fuente de inspiración para las generaciones venideras.