Sobrevivientes narran origen de peregrinación de favorecidos

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Es una costumbre que, cada 12 de diciembre, la peregrinación de Los Favorecidos entra al templo a las 11:00 de la mañana, concluyendo después de las 2:00 de la tarde; es la más concurrida de las fiestas patronales, la avenida Juárez parece un rio humano, con la participación de aproximadamente 30 mil peregrinos, que acuden a pagar sus “mandas” o promesas por algún favor recibido.

Pero pocos saben el origen de esta impactante muestra de devoción. Ya solamente sobreviven tres mujeres, que fueron parte del milagro con el que nació la más importante peregrinación de la región: Emma Bernal Torres, que entonces tenía 6 años y recuerda poco y las hermanas Josefina y Consuelo Munguía García, con 13 y 17 años respectivamente en aquel momento, a quienes pudimos entrevistar para el público de CPS Noticias-Tribuna de la Bahía..

La peregrinación de los favorecidos reúne a miles cada año

REGRESABAN DE VISITAR EL SANTUARIO DEL TEPEYAC

Josefina Munguía García, que hoy tiene 93 años, recordó que, a finales de mayo del año 1946, el grupo de Acción Católica Femenil organizó el primer contingente de vallartenses para tomar parte de la peregrinación diocesana al Santuario de la Virgen de Guadalupe, en el Tepeyac de la Ciudad de México, motivados por el entonces párroco Rafael Parra, se fueron en un rustico camión, de los conocidos como “tropicales”, autobús abierto, sin cinturones de seguridad, que rentaron a don Agapito Medina

Viajaron alrededor en 25 a 30 personas, en su mayoría mujeres, también el propio fundador de los Transportes Medina y su esposa Cipriana González, entre ellos, la señora Elodia García Bernal y sus hijas Josefina y Consuelo; Mariana Torres Aréchiga y su hija Emma Bernal Torres; a la postre estas tres menores son las únicas que aún viven para contar tan milagrosa aventura.

3 sobrevivientes aún viven y narraron la milagrosa anécdota

Además fueron: Rosa de la O Madrueño, Carmen Macedo Ponce, Trinidad Gómez, Alfonso Siordia Mercado y su hija Cleta, María Covarrubias Parada y su cuñado Pascual Ruíz, Bernardo Gradilla Preciado, Soledad Santana, entre otros. Algunos se quedaron en la capital, pero de regreso se incorporó en Guadalajara Donaciano Prado Moreno, quien era el recaudador del pueblo. Como chofer manejó Filemón Araiza “El Plebe”.

Pese a lo difícil del camino, y lo incomodo del transporte, disfrutaron mucho el viaje, todo era novedad para las hermanas Munguía, con un frío que calaba, dificultades para comer, pero se sentía gitanas por el tipo de camión.

Tras cumplir con la procesión, pasaron varios días en el entonces Distrito Federal.

EL ACCIDENTE FUE CERCA DE COMPOSTELA

Ya de regreso, el 11 de junio, pasando Compostela, en una brecha, pues no había carretera, en el cerro denominado “La Tigrera”, al camión se le chorrearon los frenos y empezó a rodar sin control. El licenciado Miguel Ángel Rodríguez Curiel, en su libro histórico de la Parroquia de Guadalupe, también narra el testimonio de Josefina Munguía:

“En ese momento, una de las compañeras, casi estoy segura fue Chole Santana, gritó ¡Virgen de Guadalupe, ampáranos! Y como por arte de magia la camioneta se detuvo y quedó suspendida entre una piedra y las ramas de un árbol”.

Del grupo original todos se salvaron, solo el señor Donaciano Prado sufrió fuertes golpes y murió. Visiblemente emocionada, doña Pina compartió esos momentos para Tribuna de la Bahía, dijo fueron terribles, algunos lloraban, otros gritaban que se iban a matar:

“Cuando veníamos en el camión sin frenos, todas las personas nos angustiamos al ver aquel barranco…don Agapito Medina gritó ¡nos matamos, nos matamos!, entonces, una señora exclamó con un llanto ¡Virgen de Guadalupe!, en ese momento la camioneta se detuvo”.

SE DETUVIERON A PUNTO DE CAER AL BARRANCO

Lamentablemente hubo una víctima: “El señor Donaciano, al ver el peligro, decidió salirse y se aventó al barranco, ahí se mató. La camioneta quedó en el voladero, las dos llantas del frente quedaron hacía el precipicio, entonces, nos dijeron que no nos moviéramos…después llevaron un tractor para que la jalara hacía atrás poco a poquito, hasta que las cuatro llantas quedaran en el firme…pero así fue, ¡fue un milagro!”.

Doña Pina revivió: “Cuando llegamos a Vallarta, el dueño del camión nos invitó a ir a darle las gracias a la Virgen, el 12 de diciembre, le pusieron a la peregrinación Los Agradecidos, el sacerdote nos prestaba un libro, donde nos anotábamos quienes habían recibido un favor de la Virgen de Guadalupe, y buscamos en su domicilio para que firmaran la lista, y así fue aumentando, hasta ahora que es impresionante, pero de 35 personas que éramos ahora ve la cantidad que hay”.

INICIARON 35 PERSONAS HOY SON MILES QUE DAN FE DE MILAGROS

A raíz del accidente, el padre Parra los invitó a peregrinar en diciembre de ese mismo año, en agradecimiento por el milagro, por esa razón se le denominó originalmente “Peregrinación de los Agradecidos”, posteriormente se incorporaron más feligreses que recibieron favores especiales de la Virgen Morena y cambió el nombre a “Favorecidos”, misma que se preserva y aumenta 76 años después.

Don Agapito mandó pintar un retablo del milagro, que por muchos años estuvo como testimonio en el interior del templo, la pintura mostraba el camión en el voladero del barranco.

Los testigos del hecho continúan intactos

Los años posteriores estuvieron peregrinando, en algunas ocasiones se reunieron hasta delante de la peregrinación a los protagonistas de este acontecimiento, pero después cada uno se formaba entre la muchedumbre que se agolpa en la principal calle del Centro.

“Es una satisfacción muy grande, somos tres personas las que quedamos, que fuimos los primeros, y todavía la gente se junta tan bonito, con tanta fe, porque los milagros existen, sí, ahí lo vimos”, exclamó con emoción.

Autor

  • Miguel González Guerra

    Orgulloso de ser pata salada, nací en la calle Púlpito a una cuadra de la playa Los Muertos y siempre he vivido en Puerto Vallarta. Egresado del Conalep, diplomado de Periodismo en la UNAM, cursé talleres de comunicación en el periódico El Financiero y la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Desde los 14 años trabajé en la rotativa y formato del diario Nuevo Día, en marzo de 1988 publiqué mi primera columna en Vallarta Opina, inicié con las fuentes de sociales y cultura. Laboré en otros dos diarios de la región y una estación de radio. Desde 1991 formé parte de las filas de Tribuna de la Bahía, en diferentes etapas, cubriendo información general, sobre todo las colonias populares, ejidos, delegaciones, iglesias, escuelas y gobierno. Me gusta pintar, leer, el cine, pasear por la naturaleza y pueblear alrededor.

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