Prócoro Hernández Oropeza
Cuando un hombre va por la vida repartiendo sus desgracias indudablemente va compartiendo sus miserias, el sufrimiento. Es más común que la gente hable de sus desgracias y las comparta con sus amigos, familiares y hasta con desconocidos. Eso habla de la calidad de su vida y de su desarrollo espiritual. Los grandes maestros aconsejan que en vez de repartir nuestras desgracias, compartamos bendiciones.
Si alguien me ofende o me lastima, en vez de contraatacar o responder con la misma moneda, puedo mandarle bendiciones. En vez de compartir mis desgracias con alguien, es mejor contar y repartir mis bendiciones y agradecimientos por todo lo que sucede en mi vida, en mis experiencias, sean gratas o no, positivas o negativas.