Prócoro Hernández Oropeza
Existen personas que tiene el don o el poder de ver personas que han desencarnado, muerto. Aunque en realidad ya no es el difunto, no es el espíritu del difunto sino su personalidad, una entidad energética que con el paso de los años se desintegrará. Otros difuntos, como están muy apegados a la tierra, a sus posesiones, a sus familiares pueden manifestarse físicamente y hasta materializarse en imagen, sonido y movimiento. Afirma el maestro Samael Aun Weor que hay personas que confunden a los fantasmas con el espíritu del difunto, y algunos otros piensan que los fantasmas son las almas de los fallecidos que andan penando; en ambos casos están equivocados. Eso que nosotros llamamos fantasmas no es otra cosa que la personalidad de cada uno de nosotros. Hay dos tipos de fantasmas: Los fantasmas de las personas vivas y los fantasmas de los fallecidos.
En el primer caso, una persona viva puede materializarse a otra para resolver algún apremio o reclamar algo que le ofusca. En el segundo, son los fantasmas de personas que han fallecido tiempo ha y se pueden manifestar a ciertos individuos. De estas historias existen muchas, sobre todo en panteones, hospitales o lugares donde han fallecido personas en circunstancias trágicas.