Entre dos Fuegos
19 noviembre, 2016
“Imputar la revolución a la voluntad de los hombres es como imputar la marea a la voluntad de las olas”.
--Víctor Hugo.
Quien diga que la llegada de Trump al poder de los Estados Unidos no traerá consecuencias negativas, miente. Su sola elección desbarrancó a nuestro de por sí vulnerable peso, cada declaración que vierte, como la de que va a renegociar el Tratado de Libre Comercio, o que va a deportar a tres millones de inmigrantes ilegales con antecedentes penales, le pega al Índice de Precios y Cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores. Los incidentes de odio contra nuestros connacionales (y contra otros extranjeros en aquel país) se multiplican y no sabemos cuánto falte para que la cosa se ponga trágica. Lo peor de todo no es eso, no es que Trump sea un nazi agresivo y que nos traiga a los mexicanos entre ojos. Lo peor de todo es que no sólo de Trumptenemos que defendernos sino, sobre todo, de los que tenemos aquí, de esos hombres del poder que también sin misericordia alguna golpean hasta el cansancio al pueblo mexicano sin importarles un bledo el daño que le causan.
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