#NoLeCreo: la peste del odio

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El domingo 24 de enero de 2021 a las 18:30 horas el presidente de los Estados Unidos Mexicanos informaba al país a través de redes sociales haber sido contagiado por la COVID-19, que presentaba síntomas leves y que ya había iniciado el tratamiento para la enfermedad. 

Este hecho develó un fenómeno que poco a poco construyeron los artífices de la manipulación mediática, y es que afloró la existencia en la sociedad mexicana del odio político. 

La estimulación de este odio con tendencias a la violencia política, y sobre todo al exterminio del otro no es algo que haya nacido de la nada, o peor aún, que haya sido un producto o una estimulación del mandatario mexicano como se ha querido responsabilizar, basta ver los comentarios que produjo la misma noticia de contagio en el Ingeniero Carlos Slim, y no revelan que el odio hacía el empresario más rico del país esté instalado en el sector que respalda políticamente a López Obrador.

La derecha política del país ha usado la desinformación como un arma para golpear diariamente al presidente, dando cuenta de la existencia de miles de bots en las redes sociales, y que estas no han hecho nada para detener este tipo de discurso. Justo por ser un negocio, se ha permitido la propalación de una manipulación sin precedente. 

La ultraderecha mexicana, y el odio político que emana de ella no necesito de una aplicación alternativa como Parler, la misma que utilizaba el trumpismo sino más bien hizo eco desde la plataforma digital Twitter. Aunque no fue la única vía, siguiendo la misma ruta que siguieron los ideólogos de Bolsonaro, hoy uno de los elementos más tóxicos se encuentra en los grupos WhatsApp.

Los grupos de WhatsApp en donde a través de grandes comunidades tanto académicas, empresariales o gremiales se envían este tipo de mensajes de odio y el silencio cómplice de los receptores o incluso la exaltación de los partidarios genera la idea de que ese microcosmos es toda la sociedad, es justo ahí en donde este tipo de discursos políticos se refuerzan al pensar que entre más se reparte su contenido más verdadero es

Al mismo tiempo que se daba la noticia sobre la salud de López Obrador surgió la tendencia en Twitter #NoLeCreo, y es que el nuevo discurso político que ha emergido desde el posmodernismo tanto en el seno de una izquierda acrítica como en una derecha necesitada de deshacerse de toda crítica posible.

Esta nueva narrativa posmoderna ha desplazado a la razón como su fundamento, y ha instalado la estimulación de las emociones como guía. Emociones que se desbordan en el odio político y que han generado una masa social acrítica que exige, en este caso, se detenga el proceso de transformación y la lucha contra la corrupción que ha encabezado este gobierno, este conservadurismo está afianzado en la idea de detener a como de lugar cualquier cambio que pueda producir otro escenario diferente a lo que el neoliberalismo profesó como doctrina ideológica. 

Al #NoLeCreo no le importan las pruebas, las evidencias científicas, el método científico, los hechos mismos. Se guían por sus sentimientos, y estos son válidos por el mismo hecho de existir, en tanto lo creo es verdad, o peor aún, en tanto no lo creo no es verdad, y es así que una serie de calumnias inundaron las redes sociales, o como diría Humberto Eco una horda de imbéciles salió a opinar sobre un tema del cual desconocían, pero sentían que desde su perspectiva y la narrativa que ha instalado la derecha el mandatario no podía estar enfermo y todo era producto de una plan o una caja china para desviar el presunto desastre nacional en el que vivimos. 

Entre los múltiples absurdos que se dispersaron estaba el hecho que daba como cierta una columna publicada desde uno de los periódicos de circulación nacional, que sin confirmación de por medio daba como bueno un rumor de que el López Obrador estaría vacunado, desde hace algunos días por haber entrado al protocolo de investigación de CanSino, no sólo él sería el portador de la vacuna sino también Marcelo Ebrard y su más cercano equipo de colaboradores.

A pesar de que el mismo López Obrador había ya desmentido esta información y declarado que se vacunaría hasta que fuera su turno, es decir, cuando se vacunaran a los adultos mayores de 60 y más.

Otro de los temas que sorprende, es la facilidad para descalificar a los propios mecanismo de medición que la derecha fue construyendo para moldear a la opinión pública como lo son las encuestas, en uno de los audios que circuló profusamente se hablaba que la compañía encuestadora Mitofski, estaría encargada de producir mitos en torno a que la aprobación presidencial estaba en números superiores a los que han tenido otros mandatorios en el mismo periodo, sin contar con la vivencia de la pandemia actual. Para el discurso de odio, estas encuestas que no reflejarían la realidad que ellos creen serían parte del entramado por mantener al dictador López Obrador en el poder. 

Pero este gólem que ha producido la ultraderecha puede contradecirse una y otra vez y es que como hemos mencionado con anterioridad la razón no está de por medio, por lo que del discurso de no creer en que estuviera enfermo pasaron inmediatamente a plantear que si estuviese enfermo lo mejor sería que la enfermedad lo llevara a la muerte. Un doctor cardiólogo en Twitter incluso planteó la posibilidad de suministrarle un coctel de medicamentos para provocarle una trombosis.

Como en los tiempos de la inquisición, hoy al haber perdido la razón y esta encontrarse a la deriva, el mundo de las emociones busca gobernar, y es ahí en donde todo este proceso está generando una masa capaz de optar por la violencia política, pasar pues del linchamiento mediático al linchamiento en físico. Este odio en la sociedad mexicana, hay que reconocerlo, no estaba generalizado, no en una buena parte de un sector de la sociedad como lo es el de los conservadores. 

¿Cómo se llegó hasta aquí? ¿Qué es lo que hace que una sociedad se defina por el odio y desplace a la razón? ¿Qué genera que no sea el método científico lo que analice la realidad y se intente imponer la emociones por sobre todo? Son preguntas que tendrán que empezara discutirse si no se quiere avanzar en un proceso de degradación de la vida pública que a nadie conviene. 

Hoy los neomacartistas del siglo XXI son los nuevos inquisidores modernos, los que a base de calumnias intentan imponer sus emociones sobre las razones, y ahí están, comenzaron siendo una mala broma y minimizados como lo hicieron con Gilberto Lozano, pero los mismos medios de comunicación amplificaron su discurso, hoy la sociedad mexicana está en inmersa en esta peste del odio, es momento de responsabilidades, ya que este escenario no se irá de la nada porque el odio, al parecer, ha logrado generar más que raíces.

Esperamos que la salud del presidente Andrés Manuel López Obrador se reestablezca pronto, nuestros mejores deseos.