Nada de zigzaguear
El presidente López Obrador volvió a convocar al movimiento social que lo respalda, con motivo del 85 aniversario de la expropiación petrolera, un Zócalo capitalino repleto de simpatizantes acudieron a la cita, no sólo para recordar la hazaña histórica del General, sino porque se sienten identificados en la construcción de una del mismo calado, que se encuentra en curso con lo que se ha denominado la cuarta transformación.
No es poca cosa que, a un año y seis meses de dejar la silla presidencial, López Obrador goce de un respaldo popular muy importante. Este debe ser el primer mensaje a recuperar de la manifestación del pasado sábado. Y es que, sería un error de cálculo pensar que esta fue una respuesta a la primera manifestación que logró aglutinar la derecha. Si bien es cierto que no había logrado movilizar a su base social, lejos está de permanecer organizada, sobre todo cuando la candidatura presidencial los colapsa por todas partes.
La derecha electoral, la más consciente de sus debilidades, sabe que debe operar para obtener resultados en el Congreso, su primordial objetivo es sobrevivir al tsunami que representará Morena con el control de la mayoría de los gobiernos estatales. No están disputándose el control del ejecutivo, a menos que existiera una traición al interior del movimiento, que les otorgara un candidato para lograr contener los resultados de la elección de 2021.
Aunque, hay que tener en cuenta, que los ánimos del sector opositor, sobre todo su base más radicalizada con el discurso de odio será un dique muy importante para evitar una alianza, que en primer lugar verían como contranatura, y, en segundo lugar, rompería con todo el esquema que han venido tejiendo con los mass media como su principal difusor, el de que Morena es derrotable en estas elecciones.
A pesar de las intentonas golpistas que se lograron detener una a una a lo largo del sexenio, y con todo el aparato mediático encima, el presidente López Obrador llega a finales de su gobierno con una cohesión social muy importante entre la burocracia, el partido y un movimiento social, que, aunque, no tienen a la primera de cambio los mismos intereses y objetivos, estos han logrado mantener una interacción a pesar de todas sus contradicciones.
Este Zócalo, que sí llena urnas, como bien afirma Carlos Figueroa, fue un escenario propicio para organizar la última parte del sexenio, y con ello también definir el rumbo histórico del movimiento. No es poca cosa lo que está en juego, para ello, el presidente López Obrador planteó diferentes tesis que son importantes analizar desde la fortaleza de su gobierno, y del movimiento que lo respalda.
El primero de ellos, obviamente es el que se vive al interior del movimiento, sobre la elección del candidato, se planteó que no es momento de moderados, sino de radicalizar lo ganado, que las elites empresariales no vuelvan con cochupos como los de antes al gobierno. Mantener la división entre el poder político y el poder económico, que tanto desgaste la ha generado al gobierno federal.
No habría que leer esto como un prematuro apoyo a ninguno de los candidatos, por más que todos se esfuercen por interpretar las palabras de López Obrador como si estas fueran las santas escrituras y estuvieran de forma criptica. Fue muy claro, sólo aquel que tenga el respaldo popular y la fuerza de arrastre que el movimiento social genera podrá lograr llegar a la candidatura. Es importante medir la correlación de fuerzas, pero es de mayor importancia saber medir la capacidad de organización abajo, que será fundamental para lograr el objetivo de mantener este proyecto como un proyecto transexenal.
Aquel aspirante que piense que puede ganar el gobierno federal sin el apoyo del movimiento social con un pacto con las elites, está sumamente equivocado, y es que el proyecto está por encima de los intereses personales y de grupo. La movilización social que tanto le gusta al presidente Andrés Manuel realizar siempre va en ese sentido, en que la fortaleza no es nada más una fuerza de resistencia sino activa de forma electoral, y es ahí en donde cualquiera que piense traicionar tiene uno de los problemas más fuertes y serios, no contará con el activismo de las bases que han logrado sostener y apuntalar al gobierno.
La segunda tesis tiene que ver con la violencia política que pudiera ejercer el conservadurismo, al presidente Madero lo mataron, siempre recuerda en sus mañaneras, por no haber logrado conectar con la gente, y el presidente Juárez pudo resistir las intervenciones porque el pueblo siempre lo respaldó, también está la decisión de Cárdenas de no haber colocado a Múgica por la amenaza de que se podía desplegar violencia en todo el país. Es decir, la violencia política es algo factible que no habría que descartar en este escenario. Hace no mucho el propio sistema realizó el magnicidio de Colosio.
En la desesperación que el propio conservadurismo tiene puede generar condiciones de inestabilidad política, con la amenaza de desplegar con odio a su base social en contra de las elecciones democráticas, con el argumento que estas no son válidas porque no ganan sus candidatos.
El candidato del conservadurismo será determinado en Avenida Reforma, en la embajada americana, será la única manera en la que intentarán coordinarse, pero eso no está claro dentro de las propias fuerzas partidistas que existen dentro de la oposición. Podría no salir la jugada, pero presionar por mayores concesiones en caso de un estallido violento, que no habría que descartar.
La tercera tesis, y es justo lo que ya está en curso, es que el gobierno de Estados Unidos intervendrá en las elecciones mexicanas de 2024. El departamento de Estado ya lanzó una operación para desacreditar al gobierno federal, y los dos partidos políticos han empezado a generar campañas de odios contra los mexicanos, responsabilizándolos de los problemas de la frontera y de la droga, en especial el fentanilo.
La crisis actual en Estados Unidos generará demasiada inestabilidad en el país vecino, no sólo es la guerra en Ucrania sino ante todo la desestabilización que les provoca perder ser la economía mas importante del mundo. Eso no significa que Estados Unidos esté destinado a perder la hegemonía mundial, pero sí significa que buscará generar escenarios para mantener su liderazgo, por lo que su patio trasero, América Latina, no puede ser soltado ni económica ni políticamente. Esto es lo que tanto critica el presidente López Obrador por seguir manteniendo la doctrina Monroe en pie.
Lo que viene es un intenso periodo de movilización social, con una ventana muy delicada en donde las provocaciones sociales que puedan derivar en violencia están a la orden del día. Un escenario de desestabilización será utilizado por las fuerzas políticas en Estados Unidos que ya llaman a una intervención encubierta para mantener en orden a México, especialmente en lo que se refiere a la transferencia de recursos naturales estratégicos como el petróleo, gas y litio.
Nada de zigzaguear convocó el líder social y político más importante del movimiento estadocéntrico mexicano, las contradicciones agudizarán, y la única salida que se tiene para seguir avanzando es no claudicar, depende de la sociedad y su nivel de organización por dentro de Morena, y más aún, por encima de esa estructura, lo que hará posible que la transformación siga como proyecto político en curso, la historia lo demanda.