México, una nación violada que pide le expliquen por qué la violan
![Avión espía el territorio de México](https://storage.googleapis.com/tribunabahia/uploads/2025/02/avion-espia-mexico-905x613.jpg)
Foto: Cortesía
El gobierno de México ha solicitado una explicación formal a Estados Unidos sobre los recientes sobrevuelos de aviones de espionaje en la frontera, operaciones que, además de violar el espacio aéreo nacional, exponen de manera cruda la realidad de una relación bilateral asimétrica y cada vez más hostil.
A pesar de su retórica de soberanía y no sometimiento, la administración mexicana se enfrenta a un escenario donde su discurso pierde toda sustancia frente a los hechos: una embestida implacable desde Washington que avanza sin contrapesos.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha dejado en claro que su prioridad es devolverle a su país la grandeza, cueste lo que cueste.
En este afán, ha tomado decisiones que han sacudido la economía global y han puesto a México contra las cuerdas.
Las políticas de su administración han impuesto aranceles del 25% al acero y aluminio, con amenazas de incrementarlos al 50%, mientras que en el ámbito migratorio ha desplegado medidas extremas para frenar el flujo de indocumentados.
A ello se suma su estrategia de seguridad, donde ha clasificado a cinco de los principales cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, justificando así una intervención más agresiva en el territorio vecino.
El gobierno mexicano, por su parte, reacciona con una mezcla de indignación y debilidad.
Pide respeto a su soberanía mientras observa cómo aviones estadounidenses surcan su espacio aéreo con total impunidad.
La presidenta, notoriamente noqueada, sigue pidiendo a los mexicanos “cabeza fría”.
También dice que interpondrá una demanda civil contra Google.
Se pronuncia contra el intervencionismo mientras permite que la Casa Blanca imponga sus términos en temas económicos, de seguridad y migración.
La supuesta colaboración entre ambos países no es más que una fachada detrás de la cual México queda arrinconado y sin herramientas para oponer resistencia real.
Los sobrevuelos de espionaje no son hechos aislados.
Son una manifestación clara de la dinámica de poder entre ambos países.
Mientras Washington busca mapear, escanear y rastrear con radares y sensores cualquier movimiento del narcotráfico, en el discurso diplomático se apela a la cooperación.
Sin embargo, la realidad es que estas acciones refuerzan la narrativa de un México subordinado, incapaz de imponer límites reales a su vecino del norte.
El verdadero problema radica en que la administración mexicana se encuentra atrapada en un dilema sin salida.
Por un lado, sabe que un enfrentamiento con Estados Unidos podría desencadenar represalias económicas devastadoras, con un impacto severo en la estabilidad del país.
Por otro, aceptar sin resistencia este tipo de violaciones a su soberanía deja al descubierto su impotencia y alimenta la percepción de un gobierno que, lejos de gobernar con firmeza, se limita a reaccionar con comunicados tibios y llamados al diálogo que no tienen mayor efecto en la Casa Blanca.
México es una nación violada que, en lugar de exigir el cese inmediato de estas agresiones, solo pide una explicación.
Y mientras esa respuesta llega –o no–, los aviones de espionaje seguirán sobrevolando su territorio, los aranceles seguirán subiendo y la política migratoria de Estados Unidos continuará dictando el destino de miles de ciudadanos mexicanos.
El sometimiento, aunque disfrazado de diplomacia, sigue siendo sometimiento.
EU