México en su multiplicidad

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El México que se entregó al neoliberalismo, reproduciendo sin cuestionar el american way of life, y que abrió de par en par las empresas productivas del Estado para la intervención extranjera fue puesto de nuevo en cuestión como garante de la reproducción del conjunto social en las elecciones intermedias de 2021, y que tuvo su punto de quiebre en 2018.

Es innegable que al proyecto económico de las elites aliadas a las transnacionales le ha resultado efectivo combatir a través del racismo y el clasismo los usos y costumbres del México profundo. Pero en esta ocasión, les volvió a resultar insuficiente. No lograron imponer su narrativa en todo el país, pero avanzaron en la consolidación de espacios para lograr seguir impulsando su retorno al poder ejecutivo. 

Esta colectividad sigue insistiendo que la única vía realista para poder vivir en la actualidad es aceptar sin cuestionar las políticas que se definan desde Washington a través de la globalización neoliberal. Y para ésta lo que haría falta más bien, sería un conjunto de tecnócratas que pudieran interpretar las necesidades del capital global, y subordinarse ante ellas. La única posibilidad desde esta perspectiva es asumir que el confort y progreso no serán para todos por lo que, una buena parte de la población tendrá que cargar con los desaparecidos y muertos. 

Aunque han sido debilitados debido a múltiples factores, desde que la figura de Trump en 2018 le impidió, en un primer momento, acercar a varias capas de la sociedad al proyecto neoautoritario americano por el evidente racismo de su discurso antimexicano, hasta el crecimiento del descontento por haber fracasado en reconstruir el edificio burocrático del Estado prometido por el nuevo PRI al pudrirlo de corrupción casi por completo. 

Peña Nieto, Luis Videgaray, Osorio Chong, Emilio Lozoya que habían prometido restaurar al PRI sin sus distintivos más grotescos la corrupción y el despilfarro no sólo fallaron estrepitosamente, sino que se dedicaron a demostrar que también esa era la única vía para gobernar al país desde esta configuración postnacional. 

Peor aún, el colapso del neoliberalismo iniciado en 2008 vino a poner en jaque la hegemonía de Estados Unidos al mismo tiempo que mostraba el agotamiento del sistema. Lo que le ha generado un alto costo en sociedades subordinadas en la periferia, quienes también han sufrido los profundos efectos negativos de esta crisis económica, el dato del aumento de la pobreza es contundente. No sólo, la pandemia de la COVID-19 además puso sobre la mesa que el desarrollo tecnológico de nuestro país vecino fue insuficiente para poder resolver los efectos devastadores de esta crisis epidemiológica.

Efectivamente, con el apoyo de los mass media globales, este proyecto de identificar a Andrés Manuel como un peligro para México pudo impactar en diferentes zonas del país. Podemos observar, como un esbozo, que esos espacios hoy están ubicados en Nuevo León, Jalisco, Chihuahua, Guanajuato, y algunas zonas de la Ciudad de México que insisten en ignorar la gravedad de la política de guerra inaugurada por Calderón y la afirman como la única salida para poder complementar sus aspiraciones. No es para nada irrelevante que la dinámica neoautoritaria trumpista sea reproducida ahora por Samuel García.

Las alternativas que se enfrentan, cada una de ellas desde sus modos de resistencia, ante esta embestida, aún han podido mantener su cohesión en torno, si bien no a una adhesión por completo a la presidencia de López Obrador y Morena, por lo menos si abiertos a una expectativa para disminuir los efectos más devastadores de la necropolítica. 

Es claro que el México más tradicionalista, ha dado un voto de confianza por recuperar la fuerza que tuvo el campo y la agricultura antes de la llegada del desmantelamiento provocado por las políticas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. La desarticulación de su tejido social ha permeado mucho en la descomposición y la intromisión del crimen organizado. Son sociedades hartas de vivir con miedo, y que en algunos casos incluso se han armado para combatir estos efectos.  

López Obrador ha sabido hablarle a este México, no a pesar de contradicciones, pero los resultados se ven en regiones como Campeche, Veracruz, Tabasco, Oaxaca, Chiapas y Guerrero, que piden ser incluidos en una forma de progreso, que el propio presidente ha llamado una modernidad desde abajo, porque no puede haber progreso sin justicia.

Aún así, las promesas de políticas más fuertes dentro del campo mexicano tardarán en llegar. Los migrantes que fueron expulsados de sus comunidades, una buena parte de ellos, no se adapta a modernidad americana a la que tuvieron que huir, y tienen esperanzas de regresar a sus pueblos de origen, por ello las amplias ayudas que envían, y de las cuales agradece el presidente catalogándolos como héroes vivientes. Apela a su resistencia y solidaridad para reconstruir la sociedad que les dio la espalda. 

Aquella organización barroca, que vemos con mayor nitidez dentro de la Ciudad de México, y que podemos describirla a partir de la peculiaridad moderna de no aceptar a raja tabla el proyecto neoliberal, y que se resistió como sociedad civil, y también como sociedad universitaria, ha sufrido un duro golpe a juego de que no pudo contener el mayor número de muertes derivado por la COVID-19, y de igual forma, que no ha podido dar respuesta de forma contundente a la corrupción de la línea 12 de metro. Es decir, no ha podido dar respuesta a la devastación provocada por los efectos neoliberales, que hasta antes decía podía de una u otra forma contener. Su crisis no significa que haya perdido importancia, al contrario, forma parte de la necesidad de redefinir una estrategia que pueda profundizar el proyecto anti y pos neoliberal. 

López Obrador ha logrado que su proyecto de cohesión nacional pueda incluir a los que anhelan desde el mundo de los negocios modificar el patrón de la obediencia a ciegas de la globalización neoliberal, por poner un ejemplo, los nuevos Estados del norte que acaban de sumarse a la cuarta transformación Nayarit, Sonora, Sinaloa, Baja California Norte y Sur que exigen un proceso de reindustrialización nacional. 

Y aún con todo eso, las elites que habían establecido una ruta de golpe blando, como los que han acostumbrado a realizar en América Latina, no han podido llevarlo a cabo por la presión ejercida por ese México bronco, el de un tigre que una vez soltado nadie lo podrá volver a amarrar. 

Ese proyecto contestatario, que aún con la fuerza que tiene el propio movimiento social no queda comprometido en su totalidad con la llamada cuarta transformación, este se expresa en casos como el de los pueblos mayas ante el Tren Maya, el Proyecto Integral Morelos, los Yaquis, el movimiento contra el uso del glifosato, la CNTE, el zapatismo, la defensa de Aldama, Ayutla, Ayotzinapa y un largo etcétera. Quienes no están dispuestos a un sacrificio a nombre del progreso capitalista. 

Pero este fenómeno también juega un papel fundamental al interior de la cuarta transformación y es uno de sus motores más importantes, ya que ciertos sectores de este México crítico sí ven un marco de acción que impulse las mejoras a sus condiciones de vida, a contrapelo de los nefastos efectos provocados por el capitalismo necropolítico. Por lo que no están dispuestos a que la cúpula del partido pacte el fin de este ciclo mediante una simulación.

Cuando hablamos de la cuarta transformación sus alcances y sus límites, no podemos dejar de lado esta convulsión de proyectos que están enfrentados entre sí, a pesar de que han estado durante mucho tiempo conviviendo no se ha definido un desenlace definitivo para ningún proyecto y que hoy viven contradicciones más intensas producto de la crisis económica.  

¿Morena y sus satélites podrán absorber esa contradicción? De eso va la narrativa que sigue en el sexenio, de una posible incapacidad o de una posible lectura que dé cuenta de la complejidad en curso y proponga mantener la unidad anti y pos neoliberal accediendo a los diferentes llamados, a veces contradictorios e incompatibles, de cada uno de estos proyectos. La clave estará en la correlación de fuerzas.

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