México ante Trump
El año 2025 apunta a convertirse en un periodo extraordinariamente crítico para México en lo económico, social y en la relación bilateral con Estados Unidos.
Desde la perspectiva del gobierno de Donald Trump, nuestro país es médula de su política internacional debido a la migración y el refugio, que les rechaza con independencia de estadísticas o argumentos, debido también al tráfico de drogas y, especialmente, a lo que Trump considera un “subsidio económico” ligado al desequilibrio comercial entre los dos países, dado que México exporta más de lo que importa desde Estados Unidos, al igual que sucede con Canadá.
Si bien desde hace años la cuestión migratoria y del refugio es argumento central de la política electoral en Estados Unidos, ésta se ha alineado debajo de un asunto de mayor calado: las relaciones comerciales de Estados Unidos con sus mayores socios, que son México y Canadá.
A diferencia de hace pocos años, la disputa comercial con China ya no es predominante. Para Trump, el problema central son los países vecinos.
La presidenta Claudia Sheinbaum debe prepararse, negociar, marcar límites y plantear condiciones en los temas migratorio y arancelario ante las primeras órdenes ejecutivas firmadas por el presidente.
El impacto de Trump sobre el peso ha resultado significativamente inferior a lo que muchos esperaban. Este comportamiento, que podría parecer paradójico, tiene explicaciones concretas y plantea interrogantes sobre la posible trayectoria del peso en el futuro cercano.
A primera vista, podría esperarse que las medidas anunciadas como los aranceles del 25 por ciento a productos importados de México y la declaración de emergencia nacional en la frontera, desatarán una ola de presiones negativas sobre el peso mexicano.
Más allá de que, respecto a los aranceles no hay nada escrito, el gobierno mexicano debería tratar de acelerar las acciones en materia de combate a los cárteles y control migratorio.
Si en el lapso de los próximos días o semanas hubiera golpes espectaculares a los grupos criminales, con alguna aprehensión de alto perfil e incautación de algún gran cargamento de drogas, esto ayudaría mucho a contener el impulso a la aplicación de aranceles.
Igualmente, pasos en el control de los flujos migratorios que puedan ser expresados visualmente, más allá de las cifras a la baja en las detenciones en la frontera, podrían pesar en el mismo sentido.
Y, desde luego, se requiere hacerse de todos los aliados internos en Estados Unidos, como las empresas que podrían ser afectadas.
Si los aranceles del 25 por ciento entran en vigor y afectan sectores clave como el automotriz o el agroindustrial, el impacto sobre la balanza comercial de México podría ser severo, por la pérdida de ingresos por exportaciones, debilitando así al peso.
Si las tensiones entre ambos países se intensifican y se percibe que el gobierno mexicano carece de herramientas para contrarrestar las medidas de Trump, podría aumentar la aversión al riesgo respecto al peso en los mercados internacionales.
Por ahora, el peso mexicano parece resistir los embates iniciales del regreso de Trump, impulsado por factores técnicos y estructurales.
Sin embargo, esta estabilidad podría ser efímera si las amenazas comerciales y políticas se materializan de forma contundente.
La clave estará en cómo evolucione la relación bilateral entre México y Estados Unidos y en cómo las autoridades mexicanas respondan al entorno.
Mantener la calma será la clave en los mercados, pero estar preparados para la tormenta será esencial en los próximos meses.