Más allá de Morena

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Mucho se ha dicho que Morena es un partido movimiento, pero quizás habría que establecer que lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha configurado como una cuarta transformación puede tener diferentes niveles que van más allá del partido.

La caracterización ridícula que la oposición hace de que Morena sería el doble del otrora partido de Estado, el PRI, no permite ver de fondo lo que se juega en la conformación de este fenómeno político de la vuelta de siglo mexicana.

La pérdida de derechos sociales, la degradación de la vida política a partir de la instalación de una violencia inédita, la crisis económica del 2008 que hizo colapsar al neoliberalismo, que no desaparecerlo, fueron parte de la amalgama de sucesos que fueron configurando la base social que se adheriría al movimiento social que llevó al poder al actual gobierno.

Pensar en una economía mediada por el Estado, revivió viejos debates en torno si esto debería ser un retorno sin más al Estado de Bienestar, como si dicha configuración económica pudiera, ahora sí, poder resolver los grandes problemas provocados por la acumulación de capital.

Pero en términos sociales, esta discusión era rebasada por la realidad, y es que el México actual está atravesado por diferentes complicaciones que determinaron la necesidad de una respuesta urgente que fuera alternativa a la que había producido el estatus quo de los últimos treinta años.

El impacto de la mundialización de pobreza, con su respectivo aumento dramático en amplios sectores sociales en México; la crisis alimentaria global con la trágica posición de haber perdido la soberanía alimentaria, y con ello haber destruido el campo; la crisis económica en curso, que, en términos reales, no aguantaría otro FOBAPROA; y aunado a eso, la necesidad de enfrentar los nuevos retos de la crisis ambiental mundializada.

Además, hoy tendríamos que sumar la grave crisis epidemiológica, que está generando una presión económica insólita.

Estos elementos, fueron pues, lo que determinó la configuración social de una posición política, que se negó por principio a mantener este proceso, y se sintetizó en el combate a la corrupción y el garantizar bienestar a los sectores más desfavorecidos, primero los pobres.

El recuperar el papel del Estado para dicha tarea ha sido fundamental, sobre todo a la hora de hacer un balance sobre el desarrollo de políticas públicas que han tenido un impacto para garantizar en varios sectores de la población la alimentación, en otros empleo y para terminar en la reactivación de varios sectores económicos con el impulso del Estado.

 Nadie esperaba que la crisis económica por la que atravesábamos se profundizara aún más con la llegada de la pandemia de la COVID-19, esto cambió radicalmente el escenario, y puso contra las cuerdas a un proyecto, que si bien llevó más de 30 años en llegar al poder – y es que no nada más se pude contar, a partir de la lucha contra el fraude electoral en 2006, si no que es de larga duración que viene del fraude de 1988- esto no quiere decir que haya estado completamente listo para este momento.

Es un error político de primer orden confundir la lucha política al interior de un partido como lo es Morena con la lucha por la recuperación de la soberanía nacional, el combate a la corrupción y el apoyo a los más pobres con políticas públicas universales.

Peor aún, justo por los profundos errores de haber debilitado a la izquierda más progresista en el reparto de candidaturas, vale la pena puntualizar, que el movimiento social, puede y debe ir más lejos de las actuales condiciones en las que se encuentra la burocracia.

Es por ello que es importante observar tres niveles que han sostenido a este proceso histórico, el primero de ellos, en efecto, fue la estructura electoral que pudo hacer posible cubrir la totalidad de las casillas para combatir el fraude electoral, mismo no pudo realizarse con la misma fuerza derivado de esta condición y del empuje social que desbordó los cálculos de las élites.

La estructura de Morena, en un primer momento no se dedicó a la construcción de un programa, ya que este había sido alimentado durante años de lucha electoral, sino a la operación del día de la elección. Al finalizar su principal tarea, las fuerzas del partido no supieron dirimir sus diferencias en el seno de democrático de la deliberación. Lo que lo llevó a su estado actual ambivalente.

El segundo nivel es el movimiento social, que aspira desde la izquierda a poder revertir los daños provocados por el periodo neoliberal, y establecer una serie de reformas que permitan dar mejores condiciones a la clase trabajadora. Este movimiento, de igual forma se ha tardado en expresarse, tanto en el ámbito de lo político como en el académico incluso. Hay gérmenes importantes como el propio Instituto de Formación Política de Morena que deben ampliar su mirada para poder absorber las contradicciones en curso.

Este movimiento se ha vuelto fundamental para garantizar, una especie de direccionamiento, que no dirección, de las formulaciones que se han expresado en su seno, es decir, darle viabilidad a propuestas que deben ser discutidas ampliamente, mientras la estructura del gobierno, en la que se insertaron varios cuadros, puedan maniobrar.

Por último y no menos importante, en el tercer nivel, está eso que el presidente ha defendido una y otra vez, el pueblo de México, es decir, la sociedad en su conjunto, que no debe ser olvidada ni mucho menos traicionada. Justo porque de ello depende la viabilidad completa de este ejercicio histórico.

Son grandes los retos que tiene delante de sí, la izquierda que ha apostado a transformar las cosas desde el control del Estado. Entre los temas que más cobraran relevancia en este proceso será que la gente sepa que este proyecto económico es viable, a pesar del coronavirus, que se puede poner un alto la violencia de la necropolítica y, sobre todo, que se puede garantizar que no habrá impunidad en ningún caso, como lo trágicamente sucedido en la línea 12 del metro, en Ayotzinapa, o el castigo a los responsables de la corrupción en sexenios anteriores. De ello va la cuarta transformación