Mario Bezares habla del reencuentro con Paul Stanley: un abrazo pendiente de 25 años

A 25 años del asesinato de Paco Stanley, Mario Bezares enfrenta una reconciliación emocional con su pasado
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Mario Bezares habla del reencuentro con Paul Stanley

A 24 horas de haber recibido la visita de Paul Stanley en La Casa de los Famosos, Mario Bezares compartió su profunda emoción y gratitud por un encuentro que, más allá de las reglas del juego, le permitió sanar una herida de 25 años.

“Paul es parte de mi familia”, dijo conmovido, al recordar el momento en que vio entrar al hijo de quien fuera su mejor amigo, Paco Stanley. “Se me hicieron las piernas de chicle cuando lo vi”, confesó Mario, quien no pudo evitar las lágrimas al reencontrarse, aunque sin poder acercarse ni abrazar a Paul debido a las restricciones del juego.

Para Mario, la visita de Paul no fue solo una sorpresa, sino una oportunidad de cerrar un ciclo marcado por el dolor, la injusticia y la desinformación. Durante años, Mario ha cargado con la sombra de la acusación sin fundamentos que lo vinculó con el asesinato de Paco Stanley, lo que le costó dos años en prisión y un juicio social implacable.

A pesar de haber sido absuelto, su nombre quedó marcado en la memoria pública, y la distancia entre él y la familia Stanley se convirtió en una barrera emocional difícil de superar. En palabras de Mario, la visita de Paul fue una señal de que esa barrera comenzaba a desmoronarse.

“Me gustó mucho que me haya dicho que ya no hay bronca”, comentó entre lágrimas. “Te quiero mucho como quise a tu papá”, agregó, dirigiéndose a Paul con una sinceridad que dejó ver el peso que ha cargado todos estos años.

Para Mario, este reencuentro no solo le permitió reconocer la importancia de la reconciliación, sino también ofrecer un abrazo y un beso a Paul, si las circunstancias lo permiten. 

“Si me permites darte un abrazo y un beso, me encantaría, y si no, respetaré tus decisiones”.

Expresó con humildad. Bezares ha pasado 25 años cargando con una lápida social que lo vilipendió y lo distanció de personas que una vez fueron cercanas.

Hoy, con la visita de Paul, siente que algo en su vida finalmente se endereza. “Lloré de alegría”, confesó. “Qué padre que me suceda esto”.

Es evidente que, aunque la herida sigue presente, este encuentro representa un paso importante hacia la sanación emocional de Mario Bezares, quien sigue lidiando con las cicatrices de un pasado que lo persiguió por décadas. El abrazo físico aún no ha sucedido, pero el reencuentro espiritual y emocional ya es un hecho.

 

AT

Valeria Mireles