Magnolia vallartensis, un tesoro en peligro crítico

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En un rincón especial, rodeada de exuberantes hojas, se encuentra la Magnolia vallartensis, una flor única que solo prospera en una pequeña franja de territorio compartida entre los municipios de Puerto Vallarta y Cabo Corrientes, Jalisco. 

Esta magnolia es considerada el emblema botánico del municipio costero; sin embargo, el árbol de aproximadamente 15 metros, en que se crece esta hermosa flor, se enfrenta a un grave peligro de extinción debido a diversos factores, como incendios forestales, tala y cambio de uso de suelo.

Puerto Vallarta

Descubierta por los investigadores José Antonio Vázquez García, Ricardo Díaz Borioli y Rosa Murguía Araiza, la Magnolia vallartensis se ha encontrado hasta ahora solo en la zona de la cañada del Arroyo Palo María, en el municipio turístico de Puerto Vallarta, y en el camino a Zimapán, en Cabo Corrientes. 

Su área vital se estima en menos de 100 km2, y su hábitat forestal está en constante disminución debido a la actividad humana descontrolada.

En el año 2012, tras llevar a cabo estudios exhaustivos de esta especie, los investigadores lograron clasificarla oficialmente como Magnolia vallartensis. A partir de ese momento, se otorgó al pueblo vallartense el honor de contar con esta especie vegetal que destaca por su hermosa flor y su aroma embriagador.

La Magnolia vallartensis es considerada la flor representativa de Puerto Vallarta

El Ayuntamiento de Puerto Vallarta reconoció el valor de esta magnolia y aprobó la declaración de la Magnolia vallartensis como la flor representativa de la ciudad turística mediante el acuerdo 899/2012. Sin embargo, a pesar de este reconocimiento, la planta se enfrenta a una crítica situación de peligro de extinción debido a las diversas amenazas que enfrenta su hábitat natural.

Las magnolias son verdaderas joyas botánicas y se consideran una de las primeras plantas con flores que han existido en la tierra, con una antigüedad de alrededor de 100 millones de años. 

Su estructura floral, con sus órganos reproductivos dispuestos en espiral en el centro de la flor, conocido como “cono”, ha cambiado muy poco a lo largo del tiempo, lo que resalta su importancia evolutiva.

Adolfo Torres