Llega la Navidad al Reclusorio de Puerto Vallarta

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La alegría y emoción de la navidad también llega al Reclusorio de Puerto Vallarta, cuyos enormes muros no son impedimento para que vivan esta celebración, aunque con mucha nostalgia por no estar al lado de sus seres queridos, previamente hacen posadas y en esta fecha les ofrecen una cena especial.

Pero mas especial es el módulo 6, cuyos internos se las ingeniaron para adornar el arbolito de navidad, escarcha, esferas y en el jardín que cuidan con esmero colocaron renos y nochebuenas.

Aquí se encuentran 40 personas, luchando por salir también de sus adicciones, algunos ya lo lograron y apoyan a sus compañeros a vivir con salud y plenitud. Cuentan con el respaldo y guía del cuerpo médico del Reclusorio, así como de instituciones: Centro de Integración Juvenil, Alcohólicos Anónimos, Neuróticos Anónimos, y otros voluntarios cuyos padrinos contribuyeron para celebrar esta singular posada.

Después de un tratamiento integral, ya con sobriedad, buenos hábitos, metas definidas, y sobre todo con responsabilidad es como se reintegran a sus celdas o a su libertad fuera del reclusorio.

NOSTALGIA POR LA FAMILIA

Luis Alberto, tiene 3 años y medio detenido, emocionado dice que al ingresar al centro penitenciario también lo hizo a su clínica terapéutica, donde recobró su autoestima, ganas de vivir, confianza y comunicación con su familia, pese a que ellos viven en Michoacán.

“Ahorita me llega una nostalgia muy grande, extraño estar abrazando a mi madre, mi esposa, hijos, tener una cena familiar con ellos, desgraciadamente dentro de este lugar no lo he podido tener, no he tenido ninguna visita”.

PRESO NOMAS POR LAS BARDAS

Armando hoy cumple 2 años privado de su libertad, precisamente fue detenido el 24 de diciembre del 2018, lo que mas extraña en Navidad es la presencia de su padre, pues murió y no tuvo la oportunidad de despedirse de él. 

Compartió que desde los 12 años se drogaba, por lo que su vida fue caótica, y en el reclusorio encontró una oportunidad que no imaginó: 

“Es una presión que no cualquiera la siente, yo me siento muy orgulloso de haber aquí, este penal no es una cárcel, es como un centro de rehabilitación”, ponderó.

“Es una nueva oportunidad de reincorporarte a la sociedad, porque la verdad para mi es lo mejor que me ha pasado, estoy preso nomas por las bardas, pero hoy puedo sonreírle a la vida, estoy contento que Dios me diera la oportunidad de llegar a este lugar me salvó la vida”.

Por eso fue muy emotiva su posada, hicieron un intercambio de regalos, donde quebraron piñatas, sacaron a su niño interior y se lanzaron por los dulces, jugaron, compartieron una sabrosa carne asada, pastel y hubo momentos de reflexión, donde abundaron los abrazos y palabras de esperanza.

Miguel González Guerra