Las tendencias de la oposición en la campaña presidencial en México

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César Iglesias

La campaña presidencial en México, que tuvo un adelanto significativo debido a la estrategia que trazó el presidente de la república Andrés Manuel López Obrador, empieza a calentarse conforme se acerca la definición de quienes serán los titulares de las candidaturas. En efecto, este proceso no sólo es la elección de un candidato o candidata sino más bien la definición de rumbo político a partir de la construcción y consolidación de un régimen alternativo posneoliberal o es el regreso a las políticas regresivas neoliberales.

Hay tres fenómenos políticos que son importantes no perderlos de vista durante todo este turbulento proceso al que nos acercamos, y que precisamente tienen que ver con las matrices psicosociales que se han desarrollado en otras latitudes de América Latina que fueron hechas para lograr que la izquierda social pueda perder el poder. Son elementos que son practicados ante todo por la oposición política al progresismo.

El primero de ellos, y que ya varios analistas de la comentrocracia empezaron a poner sobre la mesa, es el que tiene que ver con el asesinato político de un candidato. Nuestra propia historia ya cuenta con un magnicidio político con la historia alrededor de Luis Donaldo Colosio, cosa no menor, ya que ese suceso abrió una nueva etapa en nuestra sociedad con impactos muy negativos ya que la cúpula neoliberal se logró consolidar.

No hay que perder de vista que en América Latina los intentos de asesinato de presidentes en funciones en la última década están a la orden del día, ahí están los casos de Nicolás Maduro en el que se utilizó un dron con explosivos para lograr darlo de baja; el caso del presidente de Bolivia Evo Morales en medio del golpe de Estado y en el que México tuvo que intervenir sorteando muchos peligros que lograron salvarle la vida; el último intento de asesinato fue para Cristina Kirchner en Argentina en donde el poder judicial ha encubierto toda la trama que existe alrededor.

En Ecuador justamente acaban de asesinar al candidato de la derecha que iba en tercera posición Fernando Villavicencio, y que ha generado un tsunami muy complicado a unas semanas de las elecciones presidenciales. Tiene meses que el actual presidente Guillermo Lasso disolvió el congreso y ha conseguido gobernar a través de estados de excepción. Este escenario se da justo cuando el correísmo a través de Revolución Ciudadana se encuentra muy cerca de recuperar la presidencia de la república con Luisa González a la cabeza de ese proceso.

El segundo fenómeno tiene que ver con la judicialización del proceso electoral en donde el Poder Judicial forma parte del partido de la oposición derechista y hace todos los intentos para ilegalizar a los movimientos de izquierda para que no puedan acceder al poder o continuar en él. Ese es el camino que han tomado durante la última década con el famoso Lawfare, así metieron preso a Lula Da Silva en Brasil; giraron ordenes de aprehensión contra Rafael Correa en Ecuador; han abierto un sinfín de carpetas de investigación contra Cristina Kirchner en Argentina.

Recientemente en Guatemala se vive un proceso similar con el intento del poder judicial de quitar del camino al Movimiento Semilla con Bernardo Arévalo a la cabeza. El poder judicial está intentando garantizar que Sandra Torres integrante de lo que en Guatemala se conoce como el “pacto de los corruptos” pueda mantener en pie un Estado subordinado a la lógica neoliberal. Lo que le hacen a toda la dirigencia de Movimiento Semilla es judicializar el proceso electoral y producir mejores condiciones para que la derecha no pierda el poder. Los jueces forman parte de la disputa política.

El tercero de ellos tiene que ver con producir en la sociedad miedo a los cambios justificándolos siempre bajo los errores que han tenido los gobiernos progresistas. Uno de los actores fundamentales en esta vía fue Jaír Bolsonaro que desde un discurso muy cercano al trumpismo pudo gobernar Brasil, pero no pudo desarticular al movimiento del partido de los trabajadores.

Este parece ser el camino que ha logrado empezar a abrirse en la Argentina con la llegada de Javier Milei, un ultraderechista que ante las grandes dificultades que afronta la economía argentina ha logrado canalizar las emociones de la sociedad no contra el sistema económico neoliberal corrupto sino ante la clase política toda. Se ancla desde mensajes sumamente simples para una sociedad que necesita salir lo antes posible de la crisis en la que se encuentra y Milei les ha dado una y otra vez recetas mágicas con las que pretende acabar con la crisis argentina, en verdad los lleva a un desfiladero con soluciones sumamente problemáticas incluso para el propio capitalismo financiero argentino.

Pero para la ultraderecha eso no importa sino mantener una resistencia al cambio a través de la producción de odio a lo otro. En el caso de México empezamos a ver que esa tendencia se acrecienta con la discusión de los libros de texto gratuitos y en donde el conservadurismo ha logrado canalizar una preocupación a todos los padres de familia.

El trumpismo tiene una carta que no hay que descartar, ya sea que pueda ir a la elección o que sume votos a través de una coalición política, esa carta es Eduardo Verástegui, que ha empezado una cruzada social en donde su principal discurso es el mismo que utilizaba el franquismo en la guerra civil española: dios, patria y familia.

Es muy importante observar como un reality show ha sido utilizado por la ultraderecha mexicana para colocar la agenda de la lucha de géneros y la presunta protección a los niños que no es más que una de sus principales manipulaciones sociales. Al haber ganado una mujer transexual el concurso, se han lanzado contra su propia identidad, en algunos casos culpando a televisa de una presunta campaña de manipulación social para aceptar este tipo de identidades. El propio Vicente Fox ha hecho eco de esto, es la desesperación de la derecha mexicana por intentar recuperar terreno electoral. Hacen exploración de los miedos de la sociedad para poder subirse en ellos y manipularlos.

Estos tres elementos: el asesinato político, la intromisión del poder judicial en la elección para descarrilar el proceso, y la manipulación mediática a través del miedo para producir odio ya están siendo utilizados en este proceso electoral en donde Morena y el proyecto posneoliberal intentan consolidarse.

Existen otros dos elementos que no son resultado de las acciones de la oposición sino del propio movimiento, uno tiene que ver con aquello que sucedió en Ecuador y que no tiene que ver precisamente con lo que la oposición haga o deje de hacer sino más bien con lo que sucede al interior del movimiento. En Ecuador Lenin Moreno llegó a la presidencia gracias al apoyo del expresidente Rafael Correa y sólo llegó al poder para traicionarlo, ilegalizó y persiguió a sus antiguos compañeros de partido y hoy Ecuador vive una de las crisis políticas y sociales más importantes de su historia.

El segundo tiene que ver con la relación con las fuerzas armadas, recientemente el exvicepresidente Álvaro García Linera en un programa con John Ackerman alertó respecto a la confianza que los movimientos sociales de izquierda en el poder deben de tener de las fuerzas armadas, y es que como todos sabemos en el caso boliviano hubo una traición sumamente importante.

El proceso electoral ya está en curso en México y dependerá fundamentalmente de la organización política, social y electoral que se pueda generar, ante todo esa es la tarea de los movimientos estadocéntricos y movimientos sociales, la resistencia organizada será clave para el futuro.

 

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