Las clases no serán para todos

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La Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH), realizada en 2019 por el INEGI, reveló que en nuestro país 6 de cada 10 niños usan un equipo de cómputo, ya sea de escritorio, laptop o Tablet, y poco más del 88% lo usan para acceder a Internet.

Este panorama general de los niños y la tecnología nos demuestra que por lo menos el 40% no tiene acceso o no usa equipos de cómputo, fundamentales para muchos en esta nueva normalidad.

El gobierno se tardó un buen rato en darse cuenta de que esta pandemia no sólo mostró, una vez más, las carencias del sistema de salud y la tambaleante economía, sino que afirmó con más violencia las desigualdades que desde siempre han aquejado a los mexicanos.

Qué sencillo fue para ellos decidir que los niños tomaran clases virtuales para terminar el ciclo escolar, cuando sólo un 60% estaría en condiciones de hacerlo, y eso tal vez, porque poner a un niño menor de 10 años durante horas frente a un monitor pidiendo su absoluta atención me parece casi imposible.

No hemos logrado (sí, todos) que la pandemia nos dé un respiro y ningún niño, adolescente o joven podrá regresar a las aulas, por lo menos durante este primer semestre.

Esto ha representado un enorme reto para toda la comunidad escolar, desde los padres de familia hasta los rectores de las grandes casas de estudio que han lidiado con un sinfín de obstáculos para lograr, por ejemplo, aplicar un examen de selección.

Asimismo, los padres y profesores enfrentan el reto de la adquisición de habilidades computacionales, por decir lo menos dado el deficiente acceso del mismo personal docente a equipos informáticos.

Ojalá que todos los profesores contaran con estas herramientas, con estos equipos y con el acceso a internet.

Sabemos que eso no es así, hay comunidades que a duras penas cuentan con luz.

También los datos del INEGI señalan que alrededor del 92% de los hogares cuentan con al menos una televisión.

Sabemos que esa encuesta sí la revisaron y el gobierno sabio pensó en hacer llegar la educación a todos los hogares y como por arte de magia, cuatro grandes televisoras comerciales fueron las que el presidente (por algún motivo que para nada debe convenir a sus intereses) benefició con un jugoso contrato para transmitir clases a nuestros niños en todo el país.

Esto implicará que padres y madres se dediquen de tiempo completo al cuidado de los hijos.

Además de estar al pendiente de que, los que puedan, se conecten a la clase o prendan el televisor a la hora indicada, deberán vigilar que los niños pongan atención y auxiliarlos con sus dudas.

Se convertirán también en sus maestros. Repito, quienes puedan, porque los niños de quienes tengan que salir a trabajar es muy probable que se queden sin clases.

Una vez más las desigualdades nos rebasan y sólo algunos, los más acomodados, saldrán airosos de esta batalla.