Las celebraciones de AMLO
C a l í o p e
Ayer el presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo motivos para celebrar. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) eliminó el veto del INE para no transmitir las mañaneras en Hidalgo y Coahuila, donde próximamente habrá elecciones.
Ya habíamos dicho que el fallo del INE no tenía precedentes, pues un órgano autónomo había reconocido oficialmente que las conferencias matutinas servían, de facto, como propaganda partidista, en especial en tiempos electorales, ya que eran el espacio en el que el presidente dictaba la agenda política, daba informes de lo logrado en el gobierno y, de paso, atacaba a sus adversarios.
Todo esto en el entendido de que el presidente no debería tener adversarios porque él es el representante de todos los mexicanos. Y es ahí donde podemos encontrar la clave de la propaganda en las mañaneras: sirven como arena política para calificar positiva o negativamente, de acuerdo a su criterio, es decir el personal, no como jefe de Estado.
El segundo motivo para celebrar es la aprobación en la Cámara de Diputados de la reforma constitucional para acotar el fuero presidencial y establecer la posibilidad de imputar y juzgar al presidente por traición a la patria y delitos graves, además de corrupción, delitos electorales y cualquier otro acto ilícito.
Resulta que uno de los primeros puntos del periodo ordinario que inició el martes fue la reforma a la Constitución para que el presidente pueda ser juzgado. De acuerdo con el dictamen aprobado con 420 votos, “durante el tiempo de su encargo, el presidente de la República podrá ser imputado y juzgado por traición a la patria, hechos de corrupción, delitos electorales y todos aquellos delitos por los que podría ser enjuiciado cualquier ciudadano”.
Sin embargo, para iniciar un proceso penal es necesario pasar primero por el Senado, que deberá resolver conforme a la legislación penal. Claro que todo esto bien puede ser una simulación, el gatopardismo característico de la política mexicana: que todo cambie para que nada lo haga.
Así que, después del acuerdo en el que se le cedió al PRI la presidencia del Congreso, a costas de los movimientos fraudulentos de Fernández Noroña, el inicio del tercer periodo presidencial de López Obrador va de maravilla, con excepción de la crisis sanitaria, económica y de seguridad. De esas es mejor no hablar.