La reforma a las pensiones

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Hace dos días el presidente López Obrador presentó una iniciativa que reformaría la Ley del Seguro Social para que se aumente el porcentaje de trabajadores que puedan alcanzar una pensión. La reforma consiste en un incremento en las aportaciones del trabajador para que ascienda del 6.5 al 15% de su salario, este incremento se hará paulatinamente durante los siguientes ocho años y el patrón será quien reciba la mayor carga, pues pasará de aportar el 5.15% de ahora, al 13.8%.

Además, la reforma plantea una modificación en el número de semanas cotizadas para obtener derecho a una pensión, de 1,250 a 750 para subir gradualmente durante diez años hasta alcanzar las 1,000 cotizadas. Con ello se proyecta un aumento en la tasa de reemplazo, o sea el porcentaje que representa la pensión respecto del último salario recibido, en un 40%.

La iniciativa de reforma fue presentada con bombo y platillo después de llegar a un acuerdo entre el gobierno, los sindicatos y la patronal. El Consejo Coordinador Empresarial participó en dicha negociación y aseguró que con estas modificaciones los ingresos de los pensionados rebasarán la línea de bienestar. La CTM también celebró que se modifique el sistema actual de pensiones porque sólo garantizaba el 30% del salario real y hasta la Coparmex estuvo de acuerdo con esta reforma. Todos la aplaudieron porque pone en el centro del problema al trabajador y, sin duda, son buenas noticias.

Tendríamos, sin embargo, que ver cuáles serían las implicaciones de estas modificaciones. Primero, se acaba con la incertidumbre que había en torno a la desaparición de las Afores; segundo, esta reforma es sólo para el IMSS, por lo que los trabajadores del Estado permanecen en el esquema anterior, sólo con la promesa de que se hará en el futuro una reforma para el ISSSTE, pero una vez que se hayan mitigado los efectos de la pandemia.

Por otro lado, aunque al final de su vida laboral el trabajador podrá recibir más en su pensión, la carga del incremento podría presionar las finanzas de las empresas, lo que podría tener resultados adversos en la contratación de personal y en el incremento de sueldos, ya no digamos en el precio de los productos. Sin embargo afirmaron que nada de esto sucederá, que serán los empresarios quienes asumirán estos costos.

Pero como dice el dicho, “del plato a la boca…” Habrá que ver si las finanzas de las Pymes son capaces de soportar esta nueva carga y que eso no signifique, a la larga, que haya más contrataciones vía outsourcing o más empleo informal. Al tiempo.

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