La marca de la derrota en la oposición
De cara al próximo proceso electoral que será según los expertos en el tema, el proceso más grande que se haya llevado a cabo en la historia electoral de este país estamos viviendo una crisis sanitaria sin precedente y que esta a su vez está afectado la economía nacional de una forma muy profunda.
Y no es para menos, todo el mundo económico se mantiene de igual manera en condiciones preocupantes. La CEPAL ya ha dicho que todo el avance que se había realizado en una década sobre la pobreza en América Latina se perderá, es decir estaríamos ante una nueva década pérdida. Estaríamos decreciendo en un 9.1%, sería la recesión mas aguda en un siglo.
De ser así, el gobierno de la cuarta transformación estaría enfrentando un reto mayúsculo para mantener la mayoría en la Cámara de Diputados y sumar más gobiernos estatales y municipales, así como ganar espacios en los congresos locales.
Pero a pesar de todos estos vectores que presionan fuerte las condiciones de millones de mexicanos, eso no se ve reflejado en la pérdida de respaldo del gobierno encabezado por el presidente López Obrador. Al contrario, todo parece indicar que su partido podrá incluso alcanzar gubernaturas en el norte del país, que otrora hubiera sido imposible pensar como es el caso del Estado de Nuevo León.
Este fenómeno no puede pasar desapercibido para nadie, a pesar de la campaña mediática permanente que tanto los capitales nacionales como transnacionales han decidido instalar. Una campaña, que en algunos casos forma parte de una guerra de cuarta generación.
Es decir, a pesar del desgaste que ha provocado la crisis económica y sanitaria, así como el permanente golpeteo de los intereses que han perdido sus prebendas, en algunos casos contratos corruptos y en otros la obligación del pago de sus impuestos, el gobierno emanado del Movimiento de Regeneración Nacional sigue fortaleciéndose, incluso a pesar de sus múltiples divisiones internas.
¿Dónde está la oposición?
Un sector de ella avanzó en una deriva conspiranoica que tuvo tintes golpistas, que pronto avanzó en conformar un núcleo duro que podría ser manejado desde la ultraderecha para ser un brazo, que a pesar de ser incongruente e incoherente podría lanzar diatribas un día sí y otro también sin importarle tener que dar cuentas en el terreno político serio, podían ser cartuchos quemados, ya que su objetivo no es por principio dirigir al movimiento opositor sino ser un ariete de primera línea.
Esta primera línea se encargó de ocultar las caras más visibles de la derrota electoral de 2018. Ya que ninguna de estas se volvió una voz encargada de liderar a los partidos de la derecha comprometidos con la agenda neoliberal.
Es más, uno de los elementos más claros de la derrota dentro de la oposición es que no tienen una narrativa capaz de articular dentro de la sociedad una defensa del régimen neoliberal instalado por el PRI y el PAN, y que ahora también es apoyado por el PRD y demás partidos satélites.
Todos los partidos que acudieron al llamado de Peña Nieto para firmar el Pacto por México aún no se recuperan de ese acto. Y es que mientras la clase política creía que se había llegado al cenit del desarrollo neoliberal las condiciones económicas sociales eran cada vez más precarias.
Ante esto, y a pesar del profundo descalabro electoral que sufrieron en 2018, un descalabro que no creían que sería de esa magnitud, en primer momento los ha dejado descuadrados, ante ellos la oposición ha hecho mano de dos recursos importantes, pero que hasta la fecha aún no han tenido los resultados que esperan, pero que es necesario seguir con atención.
Estos recursos fueron anunciados por el documento Rescatemos a México, y con el cual fue la primera vez que supimos de la existencia del Bloque Opositor Amplio, hoy materializado electoralmente en la Coalición Va por México. Una amalgama de intereses económicos, mediáticos y políticos que han desarrollado una agenda que hoy se ha vuelto una plataforma electoral.
Y justo ahí está el meollo del asunto, de repente el candidato presidencial derrotado en 2018 Ricardo Anaya ha lanzado una campaña a través de las redes sociales, en donde ha empezado a visitar todos los municipios del país, de hecho, los videos que ha subido muestran según su versión el México olvidado. Ha llegado al absurdo de presentarse asombrado por el tiempo de recorrido que realizan la mayor parte de la clase trabajadora para presentarse a su lugar de trabajo.
¿De qué va la oposición a la cuarta transformación?
Una de ellas son los medios de comunicación y mostrar como un fracaso cualquier política económica, política y social de este gobierno, mostrarlo como un retroceso en todos los sentidos, pero al hacerlo reafirman a qué intereses obedecen y ahí es donde la cosa no cuadra con la realidad que han vivido los últimos treinta años los mexicanos de a pie, esa desconexión se profundiza con el famoso circulo rojo, que anteriormente era al que se le debía convencer para poder llevar a cabo cualquier acción de gobierno.
Otra tiene que ver con que no han sido capaces de desarrollar soluciones a las profundas desigualdades que generaron. La apuesta ha sido regresar al modelo de expolio que tantas ganancias y beneficios le generaron.
La plataforma electoral es mostrar pifias y ridiculizar al presidente López y sus seguidores, pero eso no tiene beneficio para la mayoría de la población, es por eso por lo que su alternativa se ha vuelto el odio. Y eso los vuelve peligrosos, pueden utilizar cualquier método para imponerse, ya en el pasado han acudido a fraudes electorales avalados por la maniquea autoridad electoral.
La respuesta no es la popularidad de López Obrador como muchos analistas han querido hacerles creer a los estrategas del PRIAN, es que no han sabido procesar la derrota de 2018 y al parecer mucho menos la que sigue.